Aguirre intervino, como las otras tres portavoces de los grupos municipales, en el acto que se celebró en el Ayuntamiento madrileño con motivo del Día Internacional de la Mujer, en el que se entregó el premio Clara Campoamor a la periodista Carmen Sarmiento. Pero su interpretación fue muy distinta a la de las canónicas del feminismo; una espectadora la interrumpió en un punto, ante lo que la portavoz popular reivindicó su libertad de expresión y el auditorio cerró el incidente con un aplauso.

La expresidenta del PP de Madrid dijo que las revoluciones fascistas y comunistas fueron “una catástrofe” por haber sido impuestas por “minorías totalitarias”, mientras que la de la mujer (en ningún momento pronunció la palabra feminismo, y rechazó expresamente la etiqueta de “género) fue “liberadora”, pues igualó en términos legales la libertad y los derechos de las mujeres a los de los hombres, igual que en el el siglo XIX los de los ciudadanos de a pie se equipararon a los estamentos privilegiados.

Aguirre, que admitió que aún está pendiente acabar con las diferencias reales una vez se han anulado las legales, quiso recordar que la revolución de la mujer se ha dado “en el mundo libre y occidental, con raíces grecolatinas y judeocristianas”, y en ningún otro sitio. Como tareas para el futuro, fijó luchar por lograr la igualdad fuera de Occidente, acabar con los “techos de cristal” que impiden la igualdad en los puestos directivos, y con “cualquier violencia contra mujeres por el hecho de ser mujeres”, según quiso mencionarla por no gustarle el término “género”.