Scilingo aportó en su recurso nueva pruebas que, a su entender, demostraban su inocencia, entre ellas una carta en la que sus superiores de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) mostraban su desconfianza hacia él por sus problemas con la bebida.

Los magistrados de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, presididos por Juan Saavedra, han decidido no autorizar a Scilingo a interponer un recurso de revisión al concluir que las pruebas aportadas no demuestran su inocencia.

Además de las cartas de sus superiores, el ex militar argentino aportó como supuestas nuevas pruebas la normativa que regulaba las torturas durante la dictadura argentina, así como las normas de Obediencia Debida.

Scilingo también aseguró que el Tribunal Supremo no debía haber creído sus declaraciones “ya que mintió por el afán de denunciar a terceros”. De forma complementaria, el ex militar acompañaba su recurso de una denuncia contra varias de las personas que intervinieron en su proceso, tanto en la instrucción como en el enjuiciamiento y en el recurso de casación.

El Alto Tribunal considera que los hechos aportados por Scilingo ni son nuevos ni tienen la “fuerza convictita” necesaria como para revisar su condena. El auto hecho público hoy destaca que la sentencia que le condenó a 1.084 años de cárcel estuvo basada “en un conjunto amplio y plural de pruebas”.

Los magistrados recuerdan que el recurso de revisión “no es un cauce nuevo para impugnar una sentencia” e indican que es una fórmula que sólo se puede utilizar “ante la aparición de nuevos elementos de prueba” que evidenciaran la posibilidad de que un condenado podría ser inocente, circunstancias que no se dan en el caso de Scilingo.

30 ASESINATOS

Con la sentencia dictada en julio de 2007, el Tribunal Supremo elevó de 640 a 1.084 años de prisión la condena impuesta a Scilingo. El 19 de abril de 2005, la Audiencia Nacional había condenado al ex militar argentino a 640 años de cárcel, en la que fue la primera resolución que se dictó en España por lesa humanidad.

En concreto, Scilingo fue condenado como autor de 30 asesinatos cometidos en dos de los denominados “vuelos de la muerte”, con los que la Armada hacía desaparecer a los subversivos, que eran arrojados al mar desde aviones en vuelo drogados pero todavía vivos.