"Después de la tormenta viene la calma", dijo Rivera nada más subir a la tribuna del Congreso de los Diputados antes de la segunda votación de investidura de Rajoy, en referencia a la intervención que le precedió, la del líder de Podemos, Pablo Iglesias.

Después de escuchar a Rajoy, a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias, Rivera concluyó que el tono y el contenido de sus intervenciones no le parece "la mejor manera de llegar a acuerdos". "No se trata de quién defiende mejor su partido o su sillón", añadió, sino de quién puede defender mejor los intereses de los españoles, que pasan por tener Gobierno y emprender reformas.

Se dirigió a Iglesias para subrayar que esa gente a la que apela y que defiende sus reivindicaciones en la calle reclama "lo que hemos negociado" con el PP para llevarlo a la práctica.

En su opinión, los fracasos de Pedro Sánchez y de Mariano Rajoy en sus intentos de investidura debería generar una reflexión en sus partidos sobre su incapacidad para llegar a acuerdos y tejer mayorías.

"NO SE PUEDE HACER CHANTAJE"

Defendió que se ha acabado el bipartidismo pero se tiene que acabar también el bloqueo y no se puede decir a los ciudadanos que "se han equivocado" votando y que no habrá acuerdo hasta que a los principales partidos les guste el resultado.

España, dijo, es "más importante que cualquiera de los diputados" de la Cámara incluidos los candidatos. "No se puede hacer chantaje a los españoles. Son ellos los que nos pagan el sueldo y esperan soluciones".

Dijo a Sánchez que vota a Rajoy por España, "claro que sí, no por amor al arte", y que contribuya a salir "de este bucle, de este absurdo". "Quien piense en unas terceras elecciones no merece ser presidente nunca", espetó.

Rivera aseguró que se mantendrá "a la expectativa" por si "algún candidato del PP tiene una investidura viable" sobre las reformas acordadas con su partido, pero dejó claro que no respaldará otro intento que no lo sea y menos si es para seguir "bloqueando".

Sus últimas palabras fueron para pedir perdón a los ciudadanos por no haber sido capaz de convencer "a los viejos partidos" para poner en marcha las instituciones.