En general, los mayores opinan que la sociedad les trata bien, sin embargo, un 19 por ciento cree la sociedad les trata con indiferencia; un 8 por ciento dice que les trata mal y un 23 por ciento se queja de la indiferencia de los jóvenes hacía ls mayores. Además, un 18 por ciento entiende que los jóvenes son desconsiderados con ellos y un 8 por ciento cree que su situación es peor que la de sus padres a la misma edad.

Respecto al trato recibido de la sociedad, la queja es algo más frecuente en zonas urbanas y en mayores con nivel cultural más alto. Las diferencias de juicio por sexo y edad son pequeñas.

Según datos del estudio, la queja respecto al trato recibido de los jóvenes tampoco varía mucho con la edad y el sexo. Las mujeres señaan con menos frecuencia el trato disconsiderado y la queja disminuye algo con la edad.

Por otra parte, la minoría que declara que su situación es peor que la de sus progenitores a su edad no varía significativamente entre hombres y mujeres ni en razon de la edad de los que opinan. Tampoco por tamaño de hábitat del municipio de residencia. Sin embargo, hay indicios de que es, precisamente, la minoría de personas mayores con estudios universitarios de nivel superior los que perciben un deterioro relativ a su situación respecto a la de sus progenitores.

El segmento más satisfecho con el trato que recibe de la sociedad y que considera estar experimentando una situación mejorada respecto a sus antecesores es que declara ingresos medios o relativamente bajos (entre 55.000 y 100.000 pesetas; especialmente los incluidos en el tramo modal de ingresos entre 55.000 y 65.000 pesetas).

El estudio destaca también que el comportamiento de la sociedad con las personas mayores, en la apreciación de estas últias, ha mejorado sensiblemente desde 1982. La percepción de buen trato siempre fue mayoritaría, pero ahora casi alcanza los dos tercios.

Por otra parte, la minoría se lamenta del trato indiferente se ha reducido en un tercio, constituida ahora por uno de cada cinco. Finalmente, la exigua minoría que se queja de que el trato es malo ya no alcanza más allá del 8 por ciento, cuando hace poco más de diez años era del 13 por ciento.