Según informó la Policía, el arrestado se dedicaba a la falsificación de todo tipo de documentos para inmigrantes irregulares, como tarjetas de residencia españolas, cartas de identidad portuguesa e italianas entre otros.

El detenido realizaba personalmente las falsificaciones, mientras que tenía colaboradores inmediatos que le permitían el tránsito y distribución de los documentos. Además, otros intermediarios cobraban 50 euros por cada cliente de documento falso que captaban en bocas de Metro y en otros lugares.

El falsificador contactaba con sus colaboradores a través de una red social en Internet y utilizaba el transporte público para sus traslados.

El ahora detenido logró escapar, en septiembre de 2009, de otra operación policial, en la que se detuvo a cinco miembros de un grupo que distribuían documentos falsificados a inmigrantes, que de este modo aparentaban estatus legal en España.

Su mayor clientela la encontraban en personas de nacionalidad brasileña que pagaban por ellos unos seiscientos euros. Posteriormente, en el mes de febrero, otros dos miembros del grupo fueron igualmente arrestados.