La sociedad médica explicó este jueves en un comunicado que una revisión de estudios reciente publicada en ‘The Journal of Allergy and Clinical Immunology’ indica que las alergias y las infecciones de las vías respiratorias altas son las causas más frecuentes de pérdida de olfato.

De hecho, añadió, entre un 20 y un 40% de los pacientes con rinitis alérgica sufren disfunción olfativa, un trastorno que aumenta con la duración y gravedad de la enfermedad.

Un trabajo publicado este año en la revista ‘Chemical Senses’ encontró que el 23% de los estadounidenses mayores de 25 años sufrían trastornos del olfato y que la prevalencia se incrementaba con la edad y alcanzaba el 32% a partir de los 80 años.

En la misma línea, la sociedad médica apuntó que el género también influye. Así, “se ha comprobado que las mujeres tienen un umbral más bajo que los hombres en cuanto a la detección de olores”, destacó el doctor Héctor Vallés, miembro de la Seorl-CCC y especialista en olfato.

Se conoce como hiposmia a la disminución del umbral de olfacción y anosmia a la ausencia completa de olfato, que afecta a un cinco por ciento de la población de todo el planeta, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Según el doctor Vallés, “existe un buen número de contaminantes ambientales e industriales causantes de anosmias o hiposmias como el benceno, benzol, disulforo de carbón, disolventes de pintura, mentol, o incluso el cloro o el agua muy clorada, entre otros”.