En declaraciones a Servimedia, Urra señaló que algunos han aprendido esta cultura de pandillas por imitación de sus mayores en sus países de origen, pero muchos nacidos en España “caen en sus garras debido a esta falta de integración”.

“El grupo suple la figura del padre, muchas veces ausente por motivos laborales o por la simple distancia”, pues “les aporta protección y un sentimiento de pertenencia ante un futuro que no ven con demasiadas perspectivas”, señaló. Por eso, “no les importa si para recibir defensa ellos mismos deben atacar, pues la presión del grupo conlleva además una despersonalización” de los actos violentos a los que este les empuja.

Según Urra, lo ideal es prevenir desde la escuela, que debe combatir las altas tasas de absentismo y de fracaso escolar entre el colectivo inmigrante. Dijo que se trata o de atraerles a los estudios o de facilitarles una formación para el empleo, que “les brinde una ilusión, un pequeño sueldo, un tímido futuro laboral…”.

Asimismo, defendió que lo ideal sería que los padres pasasen más tiempo con ellos y subrayó la importancia de “los educadores de barrio, muchos de ellos también de origen inmigrante, que trabajan en los barrios para sacar a los jóvenes de las pandillas. Explicó que estos organizan actividades deportivas o de ocio para, en la medida de lo posible, desvincularles del grupo.

Con todo, Urra resaltó que muchos integrantes de bandas latinas están localizados por la policía y que desde hace años se les detiene (también a los menores), con lo que pidió que “no cunda el pánico”.