Para realizar el trabajo se tomó como referencia la vida laboral de 133.000 jóvenes que terminaron la universidad en 2010, y 13.000 de ellos fueron además entrevistados.

Según explicó el director de la Cátedra Unesco sobre gestión de Política Universitaria, Francisco Michavila, seis de cada diez titulados consideran que tienen una formación adecuada para el empleo que realizan; tres de cada 10 piensan que están sobrecualificados y el 10% cree que tiene infracualificación.

Esta última creencia mejora con el tiempo, pues es mayor cuando se pregunta por el primer empleo que cuando los entrevistados hablan de su trabajo actual.

El sentimiento de infracualificación en el primer empleo era mayor entre los titulados en ciencias de la salud, que sin embargo son el colectivo más conforme con su formación en el empleo actual y también el más satisfecho.

En general, el 77% de los titulados universitarios están “muy o bastante satisfechos” con su empleo. Son los alumnos de Artes y Humanidades los menos contentos en este sentido, al tiempo que también son quienes mayores discrepancias reflejan entre su preparación y el trabajo que realizan. Les siguen los alumnos de Ciencias Sociales y Jurídicas, Ciencias puras e Ingenierías.

Michavila también destacó que el 94% de los universitarios volvería a estudiar en la universidad, que el 69% estudiaría la misma carrera y el 54% cursaría la misma titulación en su misma facultad. Entre los aspectos peor valorados figuran las metodologías de estudio y los servicios externos, como ayuda en la búsqueda de empleo, asesoramiento, etc.

BÚSQUEDA DE EMPLEO

En opinión de los entrevistados, las características más demandadas por los empleadores se refieren a la capacidad para asumir responsabilidades, soportar la presión, resolver problemas y el compromiso ético con el trabajo. En cambio, piden poco en cuanto a comunicación escrita en lengua extranjera”, “conocimientos y habilidades en programas y aplicaciones de edición multimedia” y “conocimientos relativos a redes sociales y comunidades por Internet”.

Los egresados españoles creen que en la universidad han mejorado su expresión escrita, su capacidad para trabajar en equipo y han adquirido las competencias propias de su especialización.

Por el contrario, echan de menos mayor preparación en lenguas extranjeras, a la hora de desenvolverse en contextos internacionales y de cara a planificar la búsqueda de empleo.

A la luz de estos datos, Michavila apreció que el “desajuste mayor” entre los requisitos del mercado de trabajo y la formación universitaria se da en las competencias relacionadas con idiomas, la “capacidad para gestionar la presión” y en la “capacidad para tomar decisiones”.