Así lo sugiere el último análisis 'Esenciales sobre el capital humano y los jóvenes en España', realizado por Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) a partir de datos de la OCDE y del INE.

Según este trabajo, el 27% de los trabajadores jóvenes con estudios universitarios están empleados en ocupaciones que no requieren tanta formación, un porcentaje mayor que el de los países del entorno, aunque menor que el habitual en la última fase de expansión económica.

No obstante, mantiene que la sobrecualificación está en parte ligada a las deficiencias en las competencias adquiridas y que su intensidad se reduce cuando el nivel de competencias del individuo mejora.

Prueba de ello es que entre los titulados españoles que solo demuestran niveles bajos de competencias, el porcentaje de quienes desempeñan trabajos para los que teóricamente están sobrecualificados ronda el 70%, pero en cambio es muy bajo entre los que poseen competencias elevadas.

Del mismo modo, los jóvenes titulados que solo tienen nivel bajo (nivel 1 o inferior) o medio (niveles 2 y 3) de competencias representan el 92,6% del total de aquellos que tienen sobrecualificación.

Los resultados más recientes de las pruebas internacionales de evaluación de competencias de adultos (PIAAC) indican que solo Corea del Sur supera a España en el incremento de competencias de la población de 16 a 24 años respecto a la de 55 a 65, aunque España sigue por detrás de los países de su entorno en este terreno, incluso entre los más jóvenes.

El 80% de esas diferencias pueden atribuirse al menor nivel de competencias de los jóvenes españoles a igualdad de nivel educativo completado, mientras que el 20% restante se deben al menor nivel medio de estudios en España en comparación con otros países.

Así, los españoles destacan por la escasez relativa de jóvenes que alcanzan los niveles más elevados de competencias (nivel 4 y 5). Estos apenas suponen el 5% del total, frente al 15% de la media de la OCDE.

Por el contrario, abundan aquellos que no pasan de los niveles más bajos de competencias (nivel 1 y menor). Representan el 22,4% del total, en comparación con el 15,3% medio de la OCDE.

En definitiva, pese a los notables avances conseguidos, se aprecian problemas para aprovechar eficazmente la inversión en educación, concluyen fundación BBVA y el IVIE.

A ello contribuyen las deficiencias en los resultados del proceso educativo, que comienzan en los niveles iniciales y persisten en posteriores etapas de enseñanza, y también el mal funcionamiento de las instituciones laborales y el uso que hacen las empresas de los recursos cualificados.

Todo esto forma un círculo vicioso, en el que la escasez de competencias dificulta la empleabilidad de parte de los graduados y la productividad de las empresas, mientras que las altas tasas de paro, el frecuente recurso al contrato temporal y la utilización de trabajadores cualificados en puestos inadecuados lastran la adquisición de competencias en el puesto de trabajo por los graduados, que ven cómo su capital humano se deprecia por estas circunstancias laborales.