Médicos Sin Fronteras: "Nunca hemos pretendido ser el gran Ministerio de Salud del mundo"
-Elogia la "gran solidaridad de los españoles, aun en los momentos más duros de la crisis"
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El presidente de Médicos Sin Fronteras (MSF) España, José Antonio Bastos, defiende que esta organización "nunca ha pretendido ser el gran Ministerio de Salud del mundo", aunque reconoce que el trabajo que realiza se ha multiplicado en los últimos años, tanto por la epidemia del ébola como por la crisis humanitaria del Mediterráneo y los conflictos armados, y elogia "la gran solidaridad de los españoles, aun en los momentos más duros".
Bastos, en una entrevista con Servimedia, se mostró satisfecho de "los cinco millones de socios que tenemos en todo el mundo, así como de los 690.000 que hay en España" porque "nos permite no tener que depender de nadie". "Estos datos no son una cuestión de orgullo adolescente, es lo que nos permite seguir trabajando. Las organizaciones humanitarias somos la única garantía para las últimas poblaciones del mundo que a nadie interesan", indicó, aunque reconoció que "se necesitan más medios" para afrontar la ingente tarea que lleva a cabo MSF.
Preguntado por esta cuestión, Bastos enfatizó que su organización "nunca ha pretendido ser el gran Ministerio de Salud del mundo". "Nuestro ideal sería un MSF más pequeño que convenciera a las autoridades para que hicieran las cosas bien y que desarrollaran mejores modelos de asitencia médica, pero el mundo en los últimos años nos obliga a crecer porque se ha producido un aumento brutal de las necesidades de millones de personas".
En su opinión, "las estructuras de poder de todo el mundo están fallando a las personas de manera estrepitosa", por lo que la existencia de las ONG médicas y humanitarias juega un papel social muy importante, pero sentenció: "Nosotros somos los bomberos, los que actuamos en la crisis, no los constructores".
El presidente de MSF España quiso destacar la "gran solidaridad de los españoles, aun en los momentos más duros de la crisis", y narró como él había escuchado una conversación telefónica que no había olvidado: "En el año 2012, creo que el más duro de la crisis, llamó una señora a nuestro teléfono de atención para decirnos que la habían despedido y que ya no podía pagar los 30 euros de la cuota, pero que se comprometía a seguir aportando 10 euros. Y nos lo decía llorando, demostrando una solidaridad impresionante".
(SERVIMEDIA)
24 Ene 2016
MAN/MGR/gja