Rubalcaba se expresó así en un post publicado en Facebook y titulado "Reivindicación del matiz", en el que asegura que los matices “sirven” para “detectar los riesgos que entrañan actos políticos que se blindan ante la crítica tras el escudo de las causas nobles”.

“Debo decir que la utilización de menores, incluso en causas nobles, me produce muchos reparos, y que me parece confuso el mensaje de quien, como la señora Bescansa, tiene a su disposición una escuela infantil en el mismo lugar de su actividad laboral completamente gratuito”, afirma Rubalcaba.

El exvicepresidente del Gobierno lamenta, además, que “entre todos los argumentos” que se han apuntado para justificar el gesto de la diputada de Podemos “el más sorprendente" sea el de que la presencia del niño ha servido "para poner sobre la mesa un problema".

Recuerda, en este sentido, que no es “la primera vez” que en el Parlamento se ha hablado del tema de la conciliación y se pregunta si para tratar "lacerantes problemas sociales" hay que "introducir en el hemiciclo a un representante de cada uno de los colectivos implicados".

También plantea si los defensores de esta tesis “han caído en la cuenta de las consecuencias” que para la vida parlamentaria “y para el sentido común” tendría el que se generalizara esta práctica.

NO LE GUSTÓ LA CABALGATA

Por otro lado, Rubalcaba lamenta que la posibilidad de “discrepar de manera razonada y matizada”, como en el caso de la cabalgata de los Reyes Magos de Madrid, suponga “una operación de considerable riesgo”.

Lo dice después de “confesar” que tampoco le gustó el vestuario que llevaban los personajes de la cabalgata de Reyes de Madrid. “No me tengo por un tradicionalista acérrimo, pero hay cosas que me parecen bien como están, porque su gracia reside, precisamente, en la evocación de determinados lugares comunes”, argumenta.

Critica que en este asunto una “objeción relajada y amable” se convirtió “en poco menos que reaccionaria tras la sobreactuación ('¡Jamás!, ¡jamás!') de los que sí son reaccionarios”.

Denunció, a este respecto, “la ardorosa campaña que desplegó un sector de la derecha” por disentir de la indumentaria del rey Gaspar, que se convirtió “en muestra inequívoca de rechazo a la modernidad”.