La Cumbre del Clima camina hacia un acuerdo de mínimos para integrar a todos los países
- Para que el planeta se dirija a un aumento de 1,5ºC respecto a la era preindustrial
- Los ecologistas temen que sea "descafeinado", "débil" e "inútil" contra el cambio climático
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La Cumbre del Clima de París (conocida como COP21) está llamada a concluir con un acuerdo de mínimos, después de que el último borrador del texto deje muy pocas opciones aún por dilucidar y haya despejado de forma ambigua la mayoría de las principales incógnitas con el fin de contentar a los países más reacios en la reducción de gases de efecto invernadero y de que cuente con el beneplácito de las 196 partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (195 Estados y la UE).
Después de que el texto se redujera sustancialmente el pasado miércoles, las delegaciones nacionales mantuvieron reuniones maratonianas para pulir las numerosas opciones que continuaban abiertas, hasta el punto de que no se dio a conocer una nueva versión del documento hasta la noche de este jueves.
Con dos horas de retraso sobre lo inicialmente previsto, el presidente de la COP21, Laurent Fabius, abrió la quinta reunión del Comité de París pasadas las 21.00 horas del jueves, donde agradeció el compromiso de los países por ceder en sus pretensiones máximas. “El compromiso implica necesariamente renunciar a lo que sería ideal para nosotros”, destacó.
El nuevo borrador, recogido por Servimedia, abarca 27 páginas (1 introductoria, 12 de proyecto de acuerdo y 16 de proyecto de decisión que acompaña al acuerdo), consta de 18.815 palabras y mantiene 48 corchetes con opciones abiertas para negociar.
En el apartado de ambición, el documento fija como finalidad “mantener el aumento de la temperatura media global a muy por debajo de 2ºC sobre los niveles preindustriales y continuar los esfuerzos para limitar el aumento de temperatura a 1,5ºC”, lo que “reduciría significativamente los riesgos e impactos del cambio climático”.
Para ello, el borrador mantiene la fórmula de “responsabilidades comunes pero diferenciadas y las capacidades respectivas”, es decir, los países desarrollados deben hacer más esfueros en combatir el calentamiento global por sus emisiones históricas y apoyar a las naciones en desarrollo con financiación y transferencia de tecnología y de capacidades.
Respecto a la mitigación, los países alcanzarían el pico de emisiones de gases de efecto invernadero “tan pronto como sea posible” para llegar a la “neutralidad” (que la diferencia sea cero entre las emisiones expulsadas y las capturadas por bosques y océanos, por ejemplo) en la segunda mitad del siglo sobre la base de la ciencia y en el contexto del desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza, de manera que el texto renuncia a establecer porcentajes de reducción de emisiones en 2050 y a la descarbonización de la economía, lo que supondría 'olvidar' los combustibles fósiles.
FINANCIACIÓN
El proyecto de acuerdo pospone a 2023 la primera revisión de las contribuciones climáticas de los países, que se harían cada cinco años, a pesar de que China intentó bloquear este aspecto porque no quería comprometerse hasta 2030, año en el que ha prometido que alcanzará su pico de emisiones.
No obstante, el proyecto de decisión que acompaña al acuerdo invita al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, en sus siglas en inglés) a elaborar en 2018 un documento técnico sobre los impactos del calentamiento global del incremento de 1,5ºC sobre los niveles preindustriales, y convoca a un grupo de trabajo para que haga un balance de los esfuerzos colectivos de los países en 2019.
En cuanto a la financiación, uno de los aspectos más espinosos de las negociaciones, el borrador indica que los países desarrollados deberían aportar un mínimo de 100.000 millones de dólares (91.400 millones de euros) al año a partir de 2020 para que las naciones más vulnerables se adapten al cambio climático.
Por lo demás, el Acuerdo de París se encamina a que los compromisos nacionales de reducción de emisiones de gases contaminantes no sean jurídicamente vinculantes, lo que permite a Estados Unidos no tener que someter el texto en el Senado, donde la mayoría republicana lo rechazaría, y recoge una fórmula más discreta, en el sentido de que cada país “deberá preparar, comunicar y mantener” sucesivos planes climáticos y tomará las medidas nacionales necesarias para ello, y que cada compromiso posterior debe reflejar “la mayor ambición posible”.
REACCIONES
El último borrador ha suscitado el rechazo unánime de las organizaciones ecologistas. Por ejemplo, la responsable de la Campaña de Cambio Climático de Greenpeace, Tatiana Nuño, lamentó, en declaraciones realizadas a Servimedia en la COP21, que se haya perdido el marco temporal de rebaja de emisiones en 2050. “Es un texto débil. No garantiza que vaya a cumplir el límite de 1,5ºC porque no incluye objetivos de reducción de emisiones claramente definidos”, indicó.
Nuño deploró que se incluya términos ambiguos como “neutralidad de emisiones de gases de efecto invernadero” en lugar de “descarbonización”, que supondría el abandono del uso energético de petróleo, carbón y gas no más tarde de 2050. “Si ahora mismo una empresa se estuviera planteando invertir en una nueva mina de carbón o cualquier otro proyecto con energías sucias, este acuerdo no sería suficientemente disuasorio”, apostilló.
Por su parte, el responsable de Cambio Climático de Ecologistas en Acción, Javier Andaluz, calificó el texto de “claramente descafinado y sin ambición” porque carece de herramientas para ser un instrumento eficaz contra el calentamiento global. “'Neutralidad climática' es un término que permite trampas contables y nos aleja del inevitable camino hacia una economía sin combustibles fósiles, desoyendo la necesidad de dejar el 80% de las reservas fósiles sin explotar”, agregó.
El coordinador de Amigos de la Tierra, Alejandro González, se mostró “frontalmente en contra” del proyecto de acuerdo porque, según dijo a Servimedia en París, “no recoge ningún tipo de ambición global para contener el aumento de la temperatura por debajo de los límites que recomienda la ciencia”. “Es una irresponsabilidad por parte de los países industrializados llevar a un acuerdo vacío de ambición y de objetivos voluntarios”, añadió.
El portavoz de Equo en el Parlamento Europeo, Florent Marcellesi, dejó entrever una sensación agridulce porque el borrador incluye “cosas mejores que el anterior texto y cosas peores”. Por ejemplo, destacó el objetivo de 1,5ºC y que se consolide la financiación de 100.000 millones de dólares para los países en desarrollo, pero se mostró “desesperado” por la desaparición del concepto “descarbonización”, debido a las presiones de países como Arabia Saudí, Polonia y Venezuela; por relegar los derechos humanos al preámbulo y por renunciar a reducir las emisiones contaminantes del transporte aéreo y del transporte marítimo internacional, como defendía la UE.
Por último, Teresa Ribera, directora del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI), de París, comentó que el proyecto de acuerdo está “mucho más consensuado, limpio, completo y coherente”, e integra “de forma definitiva el objetivo de 2ºC como mucho y 1,5ºC con carácter general”, al tiempo que supone “un marco universal de colaboración universal en materia de cambio climático con contribuciones más ambiciosas de las que se han hecho en 2015”.
(SERVIMEDIA)
11 Dic 2015
MGR/caa