En su réplica a los grupos parlamentarios en el segundo debate de investidura, Mas justificó no haber abordado la suspensión del TC, sino sus negociaciones con la CUP (cosa que le reprochó el portavoz del PP, Xavier García-Albiol), porque de lo contrario le habrían acusado de “secretismo” en sus conversaciones.

Igualmente, defendió su iniciativa de delegar competencias de la Presidencia porque eso ya lo hizo su predecesor Pasqual Maragall. A los socialistas también les reprochó haber abandonado el derecho a decidir para defender la legalidad.

A Catalunya Sí que Es Pot, que le acusó de hacer gestos “grandilocuentes” por la desobediencia sin estar dispuesto a llevarla a cabo, le presentó su actitud en la conslta del 9-N como la demostración de que esta dispusto a arrostrar dificultades con tal de cumplir con su mandato democrático.

En este sentido, defendió su intención, no de “saltarse legalidades”, sino de sustituir la legalidad española por la catalana, lo que desató las risas irónicas de los diputados de los partidos constitucionalistas.

En todo caso, Mas reconoció que, si como había avanzado el portavoz de la CUP, Antonio Baños, “si todo el mundo mantiene su posición inalterable, no habrá acuerdo”, y dejó caer que el bloqueo “se tendrá que resolver de una manera o de otra”, o bien con acuerdo o bien con nuevas elecciones. Por eso, justificó sus ofertas de vicepresidencias y moción de confianza, “no para abrazarse a la CUP” sino para lograr una mayoría parlamentaria y tener un gobierno y arrancar y construir “entre todos”, porque “cada día que pasa es un día en contra del proceso”.