En una entrevista en la Cadena Cope, recogida por Servimedia, el ministro subrayó que “pasa el tiempo” y en Siria “seguimos sin hablar con el enemigo” (en referencia al presidente sirio, Bachar Al Asad), lo que provoca un “vacío de poder” en Siria que es aprovechado por los terroristas del autodenominado Estado Islámico (EI).

La guerra en Siria ha causado 250.000 muertos, 7,5 millones de desplazados y 4,5 millones de refugiados. Ante esta situación, reclamó la intervención en la resolución del conflicto de Rusia e Irán (países aliados de Asad) para conseguir un alto el fuego para que llegue la ayuda humanitaria y para la puesta en marcha de una “transición a la española”, en la que se consoliden primero los derechos y libertades de los sirios y luego se celebren elecciones. Sólo de esta manera, dijo, se detendrá la “guerra, el hambre, el frío y la crisis de los refugiados” que llegan a Europa.

“Asad tiene que desaparecer. La Siria del futuro debe basarse en la laicidad, la unidad territorial y la inclusividad, incluyendo al 11% de los alauís, que constituyen el entorno de Asad", añadió.

Respecto de la polémica originada por el intercambio de cartas con el expresidente del Gobierno José María Aznar acerca de la participación de España en la guerra de Iraq, recogida en el libro que el ministro acaba de publicar, Margallo aseguró que ésta fue “secundaria”, puesto que sólo se envió un barco hospital, el ‘Galicia’, aunque reconoció que hubo un “apoyo político muy claro”.

“El error no fue la invasión en sí. Desembarazarse de Sadam Hussein fue bueno. El error fue invadir sin saber qué iba a pasar el día después, como ocurrió luego en Libia. Como decía Pío Cabanillas, no se puede montar el circo sin saber lo que harán los payasos”, sentenció.