En su primer discurso como presidenta, Forcadell se comprometió, no obstante, a facilitar que todos los grupos parlamenarios, que reflejan la “pluralidad” catalana, puedan expresarse con ecuanimidad y a que el Parlamento sea la casa de todos con independencia de en qué lengua hablen o qué piensen.

Como gesto concreto, invitó al PP y la CUP a asistir “con voz pero sin voto” a las reuniones de la Mesa del Parlamento, en la que no obtuvieron representantes.

Puesto que la CUP renunció voluntariamente a conseguir algún puesto, que habría logrado sin problemas por ser la fuerza necesaria para que Junts forme gobierno, la invitación de Forcadell se dirigió en particular al PP.

Forcadell previno contra las “polémicas estériles” y llamó a trabajar cada uno por sus ideas pero sin enfrentamientos. No obstante, la segunda mitad de su discurso pasó a ensalzar que esta va a ser una legislatura trascendental, “un momento fundacional”, en la que Cataluña pondrá “el fin de la etapa autonómica” e iniciará un “proceso constituyente” hacia “un Parlamento soberano con plenas atribuciones” y que “representa a un país libre”.

La presidenta del Parlamento recordó al expresidente de la Generalitat ejecutado Lluís Companys, al que el Estado “todavía no ha reparado”, y subrayó que el pueblo que lucha por su libertad tiene que estar dispuesto “a todos los sacrificios”.

Forcadell concluyó su discurso lanzando un visca al “pueblo soberano” y otro a la “república catalana” e invitó a los parlamentarios a entonar el “himno nacional” de Cataluña, ‘Els Segadors’, cosa que accedió a hacer aproximadamente la mitad de los diputados, algunos puño en alto.