García-Escudero tomó la palabra después de concluir el debate sobre la reforma del Tribunal Constitucional y antes de la votación, haciendo uso de la prerrogativa que le permite intervenir como senador y que normalmente se utiliza, según él mismo dijo, en "raras ocasiones".

Aseguró que ha sido "un honor y un orgullo" haber presidido el Senado, por lo que nunca agradecerá suficientemente a su grupo parlamentario, el Popular, que le propusiera para ello.

Quiso dar las gracias "a todos por muchísimos motivos": a los portavoces de los grupos, a los senadores de todos ellos, a los funcionarios, al secretario general y a su equipo de letrados, y a todos los que han permitido que todo haya funcionado "como es debido".

Después de 81 sesiones plenarias, pidió a los senadores que se sientan "orgullosos" de haberlo sido y de la propia Cámara, "incomprendida, desconocida y denostada" y no solo ahora, sino desde que la Constitución la definió como Cámara de representación territorial pero no precisó cómo hacerlo.

Destacó que desde entonces el Senado ha cumplido "sobradamente" sus funciones constitucionales, y en algunos casos "extraordinariamente".

Es verdad que su reforma es "necesaria", apuntó, pero es "muy difícil", y prueba de ello es que esta legislatura han estado "a punto" de conseguirlo pero finalmente no ha sido posible. "Ha sido una pena porque el trabajo ha sido muy bueno". "Ahí queda", añadió, y a continuación expresó su deseo de que en la próxima legislatura "finalmente se pueda conseguir".

García-Escudero subrayó la relación personal de amistad y compañerismo que perdurará entre los senadores al margen de su ideología y de su procedencia, y deseó a todos "lo mejor" al margen de que repitan o no su labor parlamentaria. "Hasta siempre. Como dicen en México, que les vaya bonito a todos", se despidió, antes de proceder a la votación y a levantar la sesión.