"Llegó a Madrid la finada moderna y alternativa, ya el primer susto le dieron, quedó más muerta que viva. Un insensible le dijo: 'Fuera del padrón, querida, vos sois turista, inscribiros sería cosa indebida'".

"¿Mas cómo negar doctor y maestro a quien cada día, llueva o truene, se afana en demostrar su valía? Deshízose el tal infundio pero el sofoco crecía, pues no hay por qué ofender a la honrada extranjería".

"Claro que soy forastera siendo el más allá mi patria; cada año aquí regreso sin visa, passport ni otra gracia", concluye la parte de las palabras de Gallardón dedicadas a los inmigrantes, para dar paso a la crisis.

"Mas no quedó ahí la cosa, que en plena Carnestolenda buscó y no halló a Don Carnal y temió a Doña Cuaresma. 'Pues le he de vengar quitando la máscara a esa chavea para que su identidad de una vez el mundo vea'".

"Murió así la conjetura, vimos a la filistea: ¡es la crisis!, de todas las desgracias gran albacea". "¡La crisis, la crisis, ésa es la tal Doña Cuaresma, asesina de alegrías que en estos días nos diezma!". "Y así ya más orientada tuvo una feliz idea: pedir a la autoridad auxilio en su odisea...".

"Fuese a rogar un empleo al que mora en la Moncloa, mas sólo diole subsidio, el expediente que incoa. Otros le daban consejo: 'Sé sardina emprendedora, pon negocio de conservas, asciende hasta directora'".

Ya al final de sus versos, el alcalde se muestra seguro de que "saldremos de esta crisis": "Creed pues en el futuro, que Madrid nunca es cobarde, y la Cuaresma vadeará sin aspaviento ni alarde. Ésa es mi fe: que sin trampa ni cartón -sólo coraje-, juntos saldremos de esta crisis, horrible y salvaje".

La Gran Vía, que este año celebra su centenario, también tuvo cabida en las palabras del alcalde: "A centenaria Gran Vía despechada puso proa... ¡a fingirse gran señora en Chicote cual anchoa!".