Madrigal salía así en defensa de los fiscales que “en un contexto social de indignación” han intervenido en 340 causas judiciales y han duplicado el número de diligencias de investigación en trámite, el de denuncias y el de querellas interpuestas.

La fiscal presentaba hoy, por primera vez desde de su nombramiento, la Memoria de la Fiscalía ante el rey Felipe VI, el ministro de Justicia y la cúpula de la judicatura. Una buena parte de su discurso se dedicó a explicar la tarea del Ministerio Público en materia de corrupción. Aseguró que lo que ralentiza los procesos es la complejidad de las investigaciones y no la cantidad de asuntos.

Para combatir este problema, apuesta por reforzar los cuerpos técnicos y especializados de la Fiscalía y advierte de que los fiscales anticorrupción de todos el país “no siempre pueden desempeñar sus difíciles funciones en el clima de serenidad, confianza y respeto que sería deseable”.

“Los reclamos mediáticos, a veces incompatibles con la seguridad de la investigación, las críticas partidistas o interesadas, e incluso el hostigamiento… pueden constituir una presión agobiante”, continuó explicando antes de quejarse del “injusto cuestionamiento de la imparcialidad de la Fiscalía”.

El trabajo de los fiscales, dijo, se realiza “sin atender identidad, posición, afinidad o militancia política de las personas físicas o jurídicas investigadas ni de los cargos que ostentan o han ostentado”.