Un investigador español asegura que "la tecnología podrá medir nuestras emociones”

MADRID
SERVIMEDIA

La computación afectiva es una especialidad que conecta tecnología y emociones con el fin de mejorar el bienestar de las personas. Javier Hernández, un investigador español que trabaja en este ámbito, expondrá las oportunidades y beneficios que pueden ofrecer estas herramientas, durante la inauguración del congreso sobre turismo y tecnología para todos de Fundación ONCE, que tendrá lugar el 23, 24 y 25 de septiembre en Madrid.

Como les ocurre a muchos jóvenes, a Javier Hernández la pasión por la tecnología le viene de “los videojuegos cuando era bien pequeño”, recuerda. Pronto se dio cuenta de que “los ordenadores eran capaces de muchas otras cosas, tales como facilitar la comunicación con otras personas, diseminar la información a través de páginas web y crear contenido de muy alta calidad con software de dibujo y escritura”. Desde entonces, este joven no ha parado de trabajar en el ámbito de las nuevas tecnologías. “Cuanto más sabía sobre el tema, más cuenta me daba de que había muchísimo más por descubrir”, asegura.

Para seguir ampliando esos conocimientos, tras licenciarse en España en Tecnologías de la Información, decide presentar su tesis en el Instituto de Robótica de la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh (EEUU) y acaba de terminar el doctorado en el área de computación afectiva en el Massachusetts Institute of Technology (MIT). “Ese área de investigación estudia y desarrolla sistemas y dispositivos capaces de reconocer, interpretar, procesar y simular las emociones de las personas”, explica, con el objetivo de que la interacción del usuario con la tecnología sea más “humana”. También permitirá obtener una evaluación objetiva de los gustos individuales, ayudar a personas con problemas emocionales e incluso medir ciertos parámetros sobre el estado de salud.

MÓVILES CAPACES DE 'ENTENDER' A SUS USUARIOS

Las nuevas tecnologías ocupan un lugar cada vez más importante en las vidas de sus usuarios, pero son incapaces de descifrar sus sentimientos “lo que puede ser algo frustrante”, reconoce Hernández. En el futuro, gracias a la computación afectiva y dispositivos como las Google Glass, “incluso los móviles serán capaces de entendernos mucho mejor y, por ejemplo, detectar que estamos pasando por un mal momento, quizás filtren noticias negativas, recomienden escuchar una canción que nos gusta, o hablar con alguien cercano para aliviar nuestro estado de ánimo”, explica el investigador.

La computación afectiva también puede tener beneficios en el aprendizaje. El grupo de investigación de computación afectiva del MIT ha realizado experimentos para medir las emociones de los estudiantes. Para ello se utilizaron las Google Glass, cuya cámara es capaz de procesar las expresiones faciales de otras personas. Una luz verde en su pantalla puede significar que el alumno está interesado en la clase, y una roja que ha perdido el interés. “A largo plazo esto podría ayudar a hacer la educación mucho más interactiva y personalizada”, señala Hernández.

En actividades lúdicas como el turismo, la computación afectiva puede llegar a decirnos “si los turistas se lo están pasando bien o se sienten frustrados porque se han perdido o no consiguen comunicarse”, de ese modo se podrá, por ejemplo, “ofrecerles asistencia cuando sea necesario”, añade.

Sobre ello hablará Javier Hernández durante su ponencia en el ‘V Congreso Internacional de Turismo para Todos’ y el ‘VI Congreso Internacional de Diseño, Redes de Investigación y Tecnología para Todos DRT4ALL 2015’ que organiza Fundación ONCE en Madrid el 23, 24 y 25 de septiembre.

(SERVIMEDIA)
06 Sep 2015
LVR/nbc