En un comunicado, AI recordó que en Grecia (un estado miembro de la UE), los migrantes se hacinan en centros sobresaturados o en campamentos al aire libre, sin acceso al agua y a un mínimo saneamiento; la policía de Serbia y Macedonia emplea material antidisturbios contra los miles de migrantes que cruzan sus fronteras rumbo a la UE, y Hungría ha construido un muro de 175 metros para blindar su frontera.

“Hoy hemos tenido noticias del uso de gases lacrimógenos por parte de la policía húngara”, y ayer Acnur subrayó que en Macedonia se espera la llegada de unos 3.000 migrantes al día.

El drama que “presenciamos en las fronteras de Europa es un síntoma de su absurdo sistema de solicitud de asilo”, señaló Gauri van Gulik, director adjunto de AI para Europa y Asia central. El tratado de Dublín establece que los solicitantes de asilo deben registrar su petición en el primer país al que llegan.

Sin embargo, las pésimas condiciones que se encuentran en Grecia “les empujan a seguir viaje por serbia y Macedonia”, para intentar reingresar en la UE desde Hungría. Todos estos países ponen serios obstáculos a quienes quieren ejercer su derecho al asilo, e incluso Hungría ha cambiado su normativa para endurecer los requisitos y excluir a quienes hayan circulado por ciertos estados.

Se ven así avocados a un nuevo viaje en la ilegalidad, señaló AI, que advirtió del “temor cierto de que miles de refugiados queden atrapados en tierra de nadie en los Balcanes”, mientras Europa les da la espalda.

Toda esta situación les hace “muy vulnerables ante posibles abusos”, y en realidad es una consecuencia de que ningún estado europeo demuestra voluntad de desarrollar un sistema de asilo apropiado.

Es cierto que las fronteras de Europa viven la mayor llegada de refugiados desde la segunda Guerra Mundial, pero también lo es que representan una pequeña parte de la gran cantidad que soportan los países en vías de desarrollo. Por eso, todos los gobiernos reunidos en Viena tienen una responsabilidad y decisiones que tomar.