En su segundo turno de palabra en su comparecencia en la Comisión de Interior del Congreso de los Diputados, en respuesta a preguntas de los portavoces, explicó que no habló con Rajoy sobre esa reunión hasta que salió publicada la noticia. “Le llamé yo para explicarle lo que había sucedido”, indicó. Hablaron, precisó después, “no porque me llamara después de haberlo leído, sino porque le llamé yo después de leerlo yo”.

Sobre si estuvo solo con Rato o había alguien más, explicó que llegó tarde a la reunión, fijada a las doce del mediodía, porque venía de un acto oficial previo, y el exvicepresidente del Gobierno estuvo un rato “con mi director de gabinete, esperando”. Después estuvieron “un momento los tres” y luego se quedaron solos “como es habitual en este tipo de visitas”, ya que solo está con otros colaboradores cuando se trata de embajadores o de autoridades de otro país.

Afirmó también que no ha vuelto a hablar con Rato desde el día de la reunión, y antes hacía “muchísimo tiempo” que no lo hacía, aunque no precisó más. “Muchísimo tiempo es muchísimo tiempo, pero no sé si son meses o años”, comentó.

A la pregunta de si se ha reunido con otros imputados o investigados en casos de corrupción que afectan al PP, respondió: “No lo sé, tendría que pensarlo”, porque no puede estar seguro.

Visiblemente molesto con las acusaciones vertidas contra él por la oposición, reiteró que la verdad es lo que había contado en su exposición previa, y retó a quien dude a consultar a la Fiscalía.

Fernández Díaz intentó en varias ocasiones distinguir los actos que forman parte de su actividad oficial y que son públicos, de los que son igualmente oficiales en su calidad de ministro pero permanecen en un ámbito privado, y dijo además que “transparencia” en el reconocimiento de un encuentro no significa que se haga “publicidad” de ello.

Lamentó que de la reunión se extraiga la conclusión de que pudo cometer un delito, y aseguró que esa presunción de culpabilidad “ni Corea del Norte en su Código Penal lo puede mejorar”.

NO SOLO TUITS

Insistió en que era su deber atender a la preocupación de Rodrigo Rato por su seguridad y que lo hizo en el Ministerio porque no tenía nada que ocultar y porque no ve en ello posibilidad de reproche ético ni legal. Pidió, además, que no se ridiculicen las amenazas que preocupaban a Rato y que no se frivolice sobre ello porque no eran solo tuits. “Por supuesto que no”, dijo.

Una de las cosas que ha aprendido en los últimos días, aseguró Fernández Díaz, es que para algunos “en el desarrollo de la actividad política no hay margen para la humanidad, salvo cuando se trata de correligionarios”.

“Algunos se sorprenderían”, advirtió, si supieran los nombres de algunas personas que también han sido recibidas por él en el Ministerio por preocupaciones similares a las de Rato “y nadie se ha enterado”.

El ministro lamentó que las circunstancias de ese encuentro podrían haberse aclarado “con carácter reservado” a los diputados, pero los grupos de la oposición vieron “hueso” en el asunto y no querían soltarlo.

En ningún caso se violó la ley, insistió en las respuestas a los portavoces, pero con la “explotación del hecho” que se ha hecho ha quedado patente el intento de “convertirlo en otra cosa". Si se viera de nuevo en circunstancias similares, concluyó, tendría en cuenta la experiencia vivida con este caso y recordaría que confiar en la buena fé de los adversarios politicos no es confianza sino ingenuidad.