Mas compareció al término del Consejo Ejecutivo de este martes, como recordó que hace al terminar un curso político, pero advirtió de que tras disolver ayer el Parlamento para convocar elecciones no podía hacer balance de gobierno.

Sí dejó claro que “todo el mundo intuye que la próxima va a ser una legislatura diferente”, pues verá “el nacimiento de una política nueva”, y subrayó que “estas elecciones tienen un propósito: poder responder a la pregunta que el 9-N se nos formuló” y que “no hemos podido responder de otra manera”.

Seguidamente, defendió que el propósito de la independencia es tener un país mejor, y aseguró que en los temas donde Cataluña ha tenido capacidad de decisión y autogestión (sanidad, universidad, investigación, reinserción, FP) ha alcanzado estándares superiores a los del resto de España. Y recalcó que acepta las soberanías compartidas y la interdependencia que impone la UE.

Por último, expuso su conocida tesis de que hace 10 años se quiso actualizar el autogobierno con el Estatuto sin salirse de los marcos legales establecidos, pero que el Tribunal Constitucional convirtió el intento en un “callejón sin salida”, y luego, a partir de 2012, el Gobierno del PP obligó por la vía de los hechos recentralizadores a dar “marcha atrás” en dicho autogobierno.

Por ello, justificó la convocatoria de elecciones como una “legítima defensa” frente a lo que le parece un descenso de las herramientas que tiene la Generalitat a su disposición respecto a las que tenía en 2005. Justo en un momento de crisis donde más falta hacían.

En concreto, lamentó que todos los impuestos y tasas que ha establecido su Gobierno se los ha "confiscado" el central, recurriendo al TC. Finalmente, negó cualquier victimismo, porque "victimista es el que se queja y no hace nada", y él, en cambio, ha ofrecido a los electores catalanes lo que cree que es "una buena salida". Eso, dijo, hará a la ciudadanía "el principal responsable" de lo que pase después.