Su intención es comenzar esta misma semana las conversaciones con el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias; con el líder de Equo, Juan López de Uralde; o con el portavoz de Alternativa Galega de Esquerdas (AGE), Xosé Manuel Beiras, entre otros.

Lo hará una vez que el pasado viernes la apuesta expresa por la unidad popular fue aprobada por la Presidencia Federal de Izquierda Unida con el 91% de los votos.

La apuesta cuenta con el respaldo del coordinador federal, Cayo Lara, que considera necesario asegurar que las bases de Izquierda Unida serán consultadas sobre el proceso.

Garzón detalló su apuesta y dejó claro que no pretende una "fusión" ni una "disolución" de Izquierda Unida bajo el paraguas de otra marca, como Podemos, igual que tampoco exige a otros que converjan bajo la marca de la coalición.

Sin embargo, sí está dispuesto a que en esa unidad popular Izquierda Unida pueda llegar a presentarse a las elecciones bajo una denominación que no sean sus propias siglas.

Deja claro, en todo caso, que el proceso de convergencia debe hacerse "de abajo a arriba", y siempre con una colaboración horizontal, sin "imposiciones" de una fuerza sobre otras.

Garzón está dispuesto incluso a no ser él el candidato a la Presidencia del Gobierno si la convergencia sale adelante y así lo deciden las partes.

Considera que esa unidad popular, al estilo de las candidaturas exitosas en Madrid, Barcelona o Zaragoza en las últimas elecciones municipales, son el "único camino" posible para que la izquierda desbanque al PP del Gobierno en las próximas generales.

Aunque hace meses que no habla con él, Garzón considera que Pablo Iglesias es un político "brillante" que sabrá "leer este momento político" y actuar en consecuencia.

Desde Izquierda Unida reiteran que son conscientes de que el proceso no será fácil, pero confían en que finalmente Podemos venza sus reticencias a esa confluencia y asuma que en solitario tampoco podrá ser "palanca de cambio".