“Es especialmente grave la responsabilidad de quienes han incluido entre sus compromisos políticos la promesa de una ley que aminoraba algo la desprotección de la vida humana y que han renunciado a seguir adelante con ello en aras de supuestos cálculos políticos”, dijo el portavoz, recordando una nota que firmaron los prelados el pasado octubre, cuando se detuvo la reforma emprendida por Gallardón.

“Toda persona debe votar en conciencia. Un diputado no es un engranaje de una maquinaria sin más, no se despersonaliza a la hora de ejercer la representatividad que le han dado sus votantes, conserva su conciencia y sobre todo el principio de la coherencia”, insistió.

Gil Tamayo hizo estas declaraciones durante la presentación del documento 'Custodiar, alimentar y promover la memoria de Jesucristo', enfocado en cómo hacer las catequesis para alimentar la fe entre los niños.

El portavoz también recordó que “no ha cambiado un ápice la posición de la Iglesia” sobre el aborto, aunque el Congreso vote que los padres tengan que tener conocimiento si sus hijas menores abortan. E insistió en que la Iglesia “no entra en negociación en derecho a la vida”, porque es un punto “inamovible” de su doctrina, “con este gobierno y con el que venga”.

“No se puede legislar la muerte de un inocente. Este principio es invariable por parte de la Iglesia. La vida humana es sagrada y ha de protegerse desde su concepción hasta su muerte natural”, recalcó citando los principios que defiende el Episcopado.

“Esto es innegociable y no sólo desde una perspectiva religiosa”, pues el derecho a la vida “prevalece sobre cualquier otro derecho”. Y defender ese derecho es “tarea principalmente de los gobiernos”, agregó, exigiendo políticas “que ayuden a la vida familiar y a la maternidad” para eliminar el “mal radical” del aborto de la sociedad.

TARDANZA DEL CONSTITUCIONAL

Gil Tamayo también reclamó al Tribunal Constitucional que “de una vez, después de todo este tiempo de espera justificada, se pronuncie” sobre la constitucionalidad o no de la ley vigente. “Nos sigue sorprendiendo la tardanza”, dijo.

“En justicia los retardos no favorecen la justicia, sobre todo cuando hay una doctrina precedente por parte del Alto Tribunal que van en leer las claves de nuestra Constitución de protección a la vida de un ser humano en gestación”, dijo.

“El aborto no es una cuestión política, es una cuestión de humanidad, y la voz no puede ser sólo en el ámbito político o legislativo, sino también de una sociedad civil en la que la iglesia no hace una intromisión política, sino mostrar para sus fieles las claves de humanidad reforzadas con la visión cristiana de la persona”, concluyó.