Nucleares. Aznar dice que en el debate del almacén de residuos sólo "han estado en su sitio" los alcaldes que lo han pedido
- Denuncia que el debate energético se presente como una confrontación entre las renovables y la nuclear
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El ex presidente del Gobierno José María Aznar considera que, en el debate sobre el almacén de residuos nucleares, "con alguna leve excepción, los únicos que han estado en su sitio han sido los alcaldes" que lo han pedido para sus respectivos municipios. "Otros" interlocutores, cuya identidad no quiso determinar, han tomado, a su juicio, "posiciones muy poco congruentes con las necesidades de España".
Así lo manifestó Aznar en su discurso de clausura de la jornada "Hacia un sistema eléctrico sostenible", organizada por el Instituto Choiseul en la Universidad San Pablo-CEU de Madrid. En cualquier caso, al ex presidente le parece que el debate nuclear "no puede limitarse" a la prórroga de una central después de 40 años de funcionamiento, en referencia a la de Garoña, o adónde se sitúa el almacén de residuos.
Para Aznar, el debate sobre este tema en España es "pobre" y lleno de "dogmatismos", y necesita de "tranquilidad", "sosiego" y "posiciones basadas en la racionalidad". Sobre todo, porque se plantea como una "confrontación" entre las distintas fuentes de energía, cuando todas, con sus pros y sus contras, "tienen sitio en un buen mix energético". Precisó: "Por supuesto, la nuclear es una de ellas", porque "no resuelve por sí sola todos los problemas energéticos, pero sin ella no tendrán solucion".
En opinión de Aznar, el debate tendría que centrarse en "cómo construir centrales nucleares de nueva generación y ampliar la capacidad de producción", como asegura que están haciendo "todos los países", incluso algunos tan respetuosos como el medio como Finlandia y Reino Unido. Él lo ve "lógico", por la seguridad del suministro, el precio previsible, la ausencia de emisiones y la seguridad del almacenamiento de residuos, y advirtió que "el bienestar y el empleo de los españoles no merecen ser sacrificados en el altar del dogmatismo ni de la indefinición temerosa", y que "si España pierde el tren tecnológico en este sector, nuestra economía lo pagará caro".
Aznar defendió un mercado energético eficiente gracias a lo que considera "el más potente mecanismo disciplinador: la competencia". Con tres objetivos fundamentales: "que haya energía, que sea limpia y que sea barata". Frente a este desiderátum, denunció que la dependencia energética es hoy del 79%, sólo por detrás de Italia; que las emisiones son un 40% superior a 1990, pese al Protocolo de Kioto que él firmó; y que el déficit energético es de 19.000 millones, el 92% del mismo generado, según dijo, a partir de 2005.
Además, recordó que él impulsó las energías renovables con la ley de 1997 que sigue vigente, y se vanaglorió de haber permitido reducir la dependencia energética española y situar la eólica en la vanguardia. "Pero", advirtió, "este tema se presta con facilidad a la demagogia". Frente a ella, afirmó que "en economías fuertemente dependientes del petróleo, como la española, no deben confrontarse las energías", ni proponerse una "elección excluyente entre las renovables y la nuclear", porque "las dos son necesarias, aumentan la competitividad, y reducen la dependencia del extranjero las emisiones".
En este sentido, concluyó apoyando los subsidios a las energías renovables, aunque advirtiendo: "Los subsidios los pagamos todos, y de los subsidios, como de los laberintos, conviene saber cómo salir cuanto antes". Por ello, aseguró que "el impulso a las renovables sólo tiene sentido si va aparejado al desarrollo de una tecnología capaz de competir en los mercados", porque, "si la deuda crece, al final la pagamos todos".
(SERVIMEDIA)
01 Feb 2010
KRT/lmb