A pesar de que el saldo migratorio de cruzar ambos datos resulta negativo en 5.139 personas, este dato en sí mismo no hace bueno el tópico de que Euskadi es menos atractiva que otras regiones a causa de la violencia.

El anuario revela, en este sentido, que, en proporción, Madrid rgistra un fenómeno similar, ya que en 1999 llegaron 138.970 españoles nuevos residentes y se fueron 147.390. Madrid salva el saldo migratorio porque se apuntaron 29.656 nuevos extranjeros.

A Cataluña llegaron hace tres años 196.683 españoles y se fueron 198.420. Ocurre lo mismo que con Madrid, que los 16.505 nuevos inmigrantes extranjeros salvan el saldo migratorio.

La Comunidad Valenciana registra también un saldo negativo de españoles inmigrantes, 196.583 llegaron a esa autonomía en 1999 por 19.420 que se fueron. Salvan también el saldo migratorio los 16.505 inmigrantes extranjeros regularizados.

Lo mismo ocurre con Andalucía, que logró la llegada de sólo 148.815 nacionales frente a la marcha de 156.810. Un total de 15.671 nuevos residentes extranjeros equilibran la balanza a favor. Algo que no ocurre en Asturias, zona industrial en declive, que perdió en 1999 un total de 303 residentes.

Regiones del Interior como Extremadura o Castilla y León registran también saldos negativos de 4433.414 personas respectivamente, incluyendo extranjeros, mientras que Castilla-La Mancha salva sus estadísticas sólo con inmigración española, 41.818, y sin contar los 2.226 extranjeros. Se fueron de esa comunidad 38.764 personas.

Aragón logra un crecimiento de 227 personas; Cantabria, 2.113; Galicia, 3.368; Murcia, 5.679; Navarra, 2.136; La Rioja, 2.157; y Ceuta y Melilla, 416 y 261 más. Las islas Canarias y Baleares lograron hace tres años crecimientos espectaculares de 14.941 y 20.926 residentes má.