Fuentes del Gobierno y del Partido Popular aseguraron a Servimedia que hacía falta “vender las reformas” adoptadas hasta ahora con el fin de sacar a España de la crisis y preservar la equidad social entre españoles.

Para ello reclamaban que el sucesor de Ana Mato al frente del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad fuera un político y no un especialista de corte técnico.

En el PP rechazaban que Rajoy pudiera decantarse por un ministro de Sanidad perteneciente al sector, pues preferían que una persona de partido se hiciera cargo para incrementar el número de voces y mensajes políticos en el Ejecutivo.

Cuando Alberto Ruiz-Gallardón dimitió como ministro de Justicia, en las filas populares causó bastante decepción que Rajoy se decantara por Rafael Catalá como nuevo responsable de la cartera dado que no es una persona de partido.

En el PP apuntan que, frente a la estrategia conservadora que Ana Mato tenía respecto a los medios de comunicación, ahora se necesira un ministro de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad que dé la cara permanentemente.

Ana Mato estaba muy cuestionada internamente, especialmente tras su gestión mediática de la crisis del ébola. Su primera y única rueda de prensa nada más conocerse el contagio de la auxiliar de enfermería Teresa Romero recibió fuertes críticas dentro del Gobierno y del PP.

Por eso ahora sus compañeros esperaban que Rajoy nombrase a un ministro con talla política, que no tenga miedo a la prensa y sea capaz de promover su gestión desde el primer día. El nuevo ministro, Alfonso Alonso, cumple esos requisitos, pues en los últimos tres años ha ejercido como portavoz en el Congreso y en muchas ocasiones ha tenido que dar la cara en temas difíciles que afectaban al partido y al Gobierno.