La responsable del área de consumo colaborativo de la OCU, Amaya Apesteguía, afirmó que “es hora de que se dignifique el rol del prosumidor” -una síntesis entre consumidor y productor-, por su capacidad para “generar riqueza” y para “aportar soluciones innovadoras” o “fomentar valores sociales y medioambientales”

No obstante, desde la organización reconocen la necesidad de regular el sector, algo que el abogado experto en consumo colaborativo Miguel Ferrer calificó de “complicado a nivel integral”, debido a las diferencias que hay entre cada empresa.

Ferrer también advirtió de que prohibir es algo “erróneo”, ya que si el usuario quiere un servicio en Internet, “encontrará las vías para acceder a él”. En este sentido, el fundador del proyecto IdeasforChange, Javier Creus, criticó las limitaciones legales y la sobrerregulación y aseguró que “la figura que tenemos para encajar al ciudadano productor (trabajadores autónomos) no funciona”.

Creus defendió la “plasticidad" de la sociedad española como “nuestra única ventaja competitiva”, al asegurar que “lo que hacemos mejor que ningún otro país es cambiar”.

Asimismo, Albert Cañigeeral, de la plataforma Ouishare y autor del blog consumocolaborativo.es, afirmó que se trata de una tendencia en “crecimiento exponencial”. Cañigueral defendió que este tipo de plataformas “están ayudando a un cambio cultural” en la manera en que consumimos.

Por su parte, Ángel Mesado, de la empresa de alojamiento Airbnb, aseguró que este cambio no es “coyuntural" debido a la crisis, sino que se trata de un “cambio estructural y orgánico” y defendió su permanencia.