La mayoría de los avisos, un 25%, estuvieron relacionados con productos de la categoría vehículos y accesorios. Sin embargo, los productos infantiles fueron los protagonistas de la presentación que Pérez Merino ofreció a los medios, ya que entre juguetes y vestimenta infantil acumulan un 27,5% de las alertas. Los pequeños electrodomésticos supusieron el 12,3% de las alarmas.

Los principales riesgos de estos productos son el de asfixia, como es el caso de un bikini para niñas cuyo uso conlleva riesgo de estrangulamiento; los choques eléctricos y las quemaduras, como un secador que sustituía el aire caliente por fuego, o la toxicidad, que la directora general ilustró con un pompero infectado o unas muñecas recubiertas por productos tóxicos.

Pérez Merino celebró que, a pesar de los riesgos, “se trabaja con velocidad y no hemos tenido que lamentar graves incidentes”. A la vez, destacó que el compromiso empresarial aumenta en la lucha contra los productos nocivos, y es que este año un 36,5% de las más de 70 alertas fueron notificadas por los propios empresarios.

Pérez Merino reconoció que es complejo perseguir a los proveedores de estos productos, pues “son marcas poco conocidas y cambian con facilidad”. Sin embargo, garantizó que “los casos de reincidencia o la venta o producción de artefactos peligrosos de forma intencionada son castigados severamente”.

De acuerdo con la directora general, el fin de estos productos, cuando culmine la confiscación de los mismos, será su calcinación en el mes de septiembre. Además, recordó el volumen que alcanzan estos procesos de destrucción, pues en 2013 llegaron a destruirse 100.132 productos.