A su juicio, establecer una sede única reduciría el gasto administrativo, y todo lo que conlleve un ahorro de este tipo debe ser “bienvenido”, si bien reconoció, en referencia a una eventual supresión de la sede de Estrasburgo, que “la importancia de Estrasburgo y Francia” en el proyecto común lo hace complejo. Además, dijo que también hay que tener en cuenta el gasto que conllevan sedes como la de Estrasburgo, que es bastante menor que el de otras infraestructuras.

Sin embargo, se declaró partidario de la sede única, también porque no es aficionado a los viajes en “féretros de metal” y por el caos que supone trasladar a los profesionales de la Unión de una sede a otra.

El político popular confesó que en su primera incursión en el Parlamento Europeo a mediados de 1980 fue de los que “intentaron cargarse la sede de Estrasburgo”, pero Francia respondió en bloque y creó un nuevo hemiciclo.

“Aunque esta pluralidad de sedes sea absurda y una sede única nos facilitaría la vida, los intereses de Francia están ahí y es que la sede en Estrasburgo apoya el desarrollo turístico de la ciudad, garantiza 5.000 personas y visitantes que tienen a toda la ciudad funcionando”, dijo Cañete. Y además, indicó, “para cambiar un tema así hace falta la unanimidad”, algo que hoy por hoy no le parece posible.