Así consta en un estudio de la fundación titulado ‘Nuevos desafíos del sector financiero: recuperando la confianza y mejorando la cultura financiera’, presentado este jueves en un acto en Madrid por el presidente de la fundación, Juan Carlos Ureta, que valoró que las reformas regulatorias busquen sentar las bases para un sistema "más sólido", aunque apostó por "enfatizar" el papel de las entidades para mejorar la gestión del control de riesgo.

Ureta sostuvo que si las buenas prácticas en el sector se convierten en un factor competitivo, el sistema financiero recuperará la confianza perdida “sin ninguna duda”.

Según el documento, las reformas estructurales en marcha pretenden establecer las bases de un sistema financiero “más sólido, reducir los niveles de riesgo sistémico y conseguir sistemas bancarios menos complejos”.

El socio director de Servicios Financieros de Ernst & Young, Alberto Placencia, destacó que la gestión de los riesgos es “fundamental” no solo por el impacto que pueda conllevar a un “quebranto financiero”, sino por su importancia para mejorar la confianza en el sector.

En este contexto, subrayan que la Unión Bancaria es una “oportunidad clave” para restablecer el proceso de integración financiera en Europa y ayudar en el proceso de recuperación de la confianza, si bien exigirá un “esfuerzo de adaptación” a entidades y autoridades.

Por otra parte, para recuperar la confianza en el sector es “imprescindible” el papel de las entidades en la educación financiera, y de los organismos públicos, con más innovación en los programas de educación financiera.

Otras iniciativas a acometer por parte de las entidades son el impulso de la calidad y la transparencia con los clientes y evitar “malas prácticas comerciales”, y la mejora de los productos financieros y su comercialización.

Sobre la prociclicidad del sistema financiero, la fundación apunta que el nuevo enfoque regulatorio incorpora medidas para reducir esta prociclicidad del sistema, si bien “la mera existencia de regulación restrictiva no garantiza, por sí sola, la eliminación de la prociclicidad”.

Por ello, ve necesario que la regulación contemple una visión sectorial “macroprudencial”, que la legislación tenga consistencia temporal y simétrica en los momentos expansivos y depresivos del ciclo, y “nuevos elementos” en las entidades.