En declaraciones a Servimedia, este letrado, que defendió a Olivares en la fase de instrucción del caso, valoraba así la sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid, que condena a 22 años de prisión al asaltante del domicilio de Bárcenas. En concreto, se le condena por un delito de allanamiento de morada, tres de secuestro, tres de amenaza, un delito de tenencia ilícita de armas y tres faltas de lesiones.

Bernal considera que los magistrados autores de esta sentencia deberían haber apreciado como “eximente incompleta” la alteración psíquica del acusado, lo que habría reducido la condena final al falso cura que asaltó la casa del extesorero del PP.

"PEDAZO DE CONDENA"

Para este letrado, Enrique Olivares no realizó ningún secuestro y, a su juicio, padece “un trastorno más grave de lo que aprecia el tribunal”. “Me parece un pedazo de condena, muy grande y seria”, declaró el abogado.

Bernal también aseguró que si fuera responsable del centro penitenciario donde va a entrar el condenado por asaltar la casa del extesorero del PP, le aplicaría el "protocolo anti-suicidios”. Argumentó que se trata de un hombre de 65 años condenado “casi a una cadena perpetua” y que, además, tiene a su familia en México.

Sin embargo, los magistrados de la Audiencia de Madrid entienden que “no puede apreciarse como eximente completa o siquiera incompleta” la supuesta alteración psíquica de Olivares, porque los informes médico-psiquiátricos emitidos ratifican que sus capacidades de comprensión y abstracción son adecuadas y mantiene plena conciencia de la realidad, por lo que es “capaz de distinguir con normalidad entre la licitud e ilicitud de una conducta”.

Los magistrados fijan expresamente en 18 años de prisión el límite máximo de cumplimiento efectivo de la condena, por lo que quedarán extinguidas el resto de las penas impuestas una vez cubierto dicho máximo.

ASALTO A LA CASA

El relato de los hechos señala que Enrique Olivares acudió vestido de cura al domicilio de Luis Bárcenas, donde se hizo pasar por enviado del Obispado de Madrid con el argumento de que necesitaba unos datos para la puesta en libertad de Bárcenas.

Tras unos veinte minutos de conversación en los que comprobó que en el domicilio se encontraban la empleada del hogar de la familia, la mujer de Bárcenas, Rosalía Iglesias y su hijo, el procesado sacó de su maletín un revólver y encañonó a los tres. Después de atarles las manos, les amenazó para que le entregaran todos los documentos que tuvieran del extesorero del PP.

El impostor pretendía conseguir unos documentos de un 'pendrive' que servirían, según él, para derrocar al Gobierno, pero mientras registraba el despacho del exgerente del PP, su hijo se desató e inició un forcejeo con el asaltante que permitió reducirlo hasta la llegada de los agentes de la Policía.