Desde la entrada principal del Congreso, la cola de ciudadanos bajaba por la Carrera de San Jerónimo, giraba por la calle de Los Madrazo y, tras prolongarse por Cedaceros, giraba de nuevo hacia abajo por la calle de Alcalá hasta bordear el Banco de España.

Aprovechando la aglomeración de ciudadanos, una mujer hacía el recorrido de la cola ofreciendo a los que esperaban claveles rojos y blancos para dejar como recuerdo al primer presidente de la democracia.

Durante la mañana la cola fue creciendo rápidamente, a la espera de que acabara la visita de las autoridades y se permitiera la entrada a todo el mundo. En el momento de redactar esta información la fila de los que esperaban superaba el kilómetro de longitud.

Los ciudadanos acceden a la capilla ardiente instalada en el Salón de Pasos Perdidos por la Puerta de los Leones en grupos de una veintena, y salen después del edificio del Congreso por la puerta de la calle Fernanflor.