Según informó este miércoles la Guardia Civil, las detenciones han impedido la ejecución de un atraco en Madrid mediante el cual los delincuentes podrían haber obtenido un botín de un millón de euros.

Para la ejecución de sus atracos, la organización seleccionaba minuciosamente establecimientos aislados para dificultar que las fuerzas de seguridad fueran alertadas. Una vez escogido el local idóneo para el robo, un máximo de cuatro miembros de la organización se desplazaba al establecimiento a la hora de cierre, aprovechando que los dependientes realizaban las tareas de limpieza y contabilizaban los ingresos del día.

En el interior del local, uno de los integrantes de la organización intimidaba física y verbalmente a las víctimas, llegando a amenazarlas de muerte, y se encargaba además de repartir las tareas al resto del grupo. Asimismo, y para dar más credibilidad a sus amenazas, los delincuentes efectuaban disparos al aire y a las máquinas recreativas para mantener el grado de tensión en las víctimas.