Margallo presentó en el Palacio de Santa Cruz a su nuevo director de Gabinete, Juan José Buitrago, y a dos nuevos directores generales: el de Política Exterior y Asuntos Multilaterales, Globales y de Seguridad, Ignacio Ybáñez, y el de Magreb, África, Mediterráneo y Oriente Próximo, Manuel Gómez-Acebo. Los dos primeros fueron nombrados en el Consejo de Ministros del 17 mayo y el tercero en el del 31, y juraron este viernes su cargo y defender la Constitución.

El ministro defendió que para defender los intereses de España en un mundo que cambia a toda velocidad es necesario tener un proyecto de país y ser consciente de los cambios que se suceden “a una velocidad nunca conocida” hasta ahora. Su departamento, subrayó, cree en España, en los principos y valores de la Constitución, y es consciente de que tiene intereses, debilidades y amenazas concretos y de que la globalización afecta a todos los aspectos de la vida.

Ahora bien, añadió, para defender esos intereses hay que tener una estrategia, un proyecto a largo plazo compartido por todos los actores implicados y todos los españoles, que defina con claridad los objetivos y prioridades, diagnostique los problemas y sea consciente de los medios disponibles para llevarla a cabo.

Este es el papel que jugaría la Ley de Acción Exterior y del Servicio Exterior, a cuyo trámite parlamentario invitó a todos los grupos políticos puntualizando que “sólo estarán excluidos aquéllos que quieran excluirse a sí mismos”.

Una ley que se completará con la de Tratados, la Estrategia de Acción Exterior a cuatro años que fije con claridad los objetivos y prioridades, el Plan de Cooperación por el mismo período de tiempo y el Plan Anual de Acción Exterior de la Marca España que aprobó el Consejo de Ministros del pasado viernes. Quedaría, todavía, el redespliegue del servicio exterior para adaptarlo a siglo XXI, actuando sobre todo en las áreas geográficas que ofrezcan mayores oportunidades de futuro.

A los nuevos cargos les pidió que pongan sus capacidaes al servicio del proyecto, que sonrían y que sean siempre parte de la solución y no parte del problema. Además, les dio permiso para mostrar libertad de opinión y de crítica, porque tales características “distinguen a los hombres libres”.