El subteniente Ángel Ortega, uno de los militares desplegados en Afganistán que mejor conoce a la población local, explicó que muchos de los trabajadores afganos que han sido empleados en la base de Qala-i-Naw -donde se encuentra el grueso de las tropas españolas- y en los puestos avanzados de Moqur y Ludina, en la provincia de Badghis, tienen la intención mudarse a zonas como la ciudad de Herat, donde podrán pasar más desapercibidos.

Ortega tiene un mayor contacto directo con los habitantes de la región ya que pertenece a la Unidad de Cooperación Cívico-Militar (Cimic), que se encarga de ponerse en contacto con los aldeanos, detectar sus necesidades y llevar a cabo obras como la construcción de pozos, neveros y colegios.

Un enviado especial de Servimedia a Afganistán ha tenido la oportunidad de acompañar al subteniente durante las patrullas de presencia y contacto que las tropas españolas realizan por las aldeas de Badghis y ha comprobado como se encarga de charlar con los habitantes para interesarse por sus necesidades. Muchos de los afganos ya le conocen, le saludan con confianza y le hacen parte de sus quejas, entre las que se repiten necesidades como el arreglo de pozos y caminos. También piden comida y mantas ante la llegada del invierno, muy crudo en esta zona del país.

Ortega señaló que en algunas aldeas de zonas sensibles a la insurgencia como el valle del Murghab o de Darrah-i-Bum los habitantes que son más permeables a las tropas extranjeras han sufrido ya represalias. “Por la noche llegan los talibán y hay chivatos que les indican quienes nos han estado ayudando”, indicó el militar.

EJÉRCITO AFGANO

Una de los interrogantes que surgen en la actualidad, cuando el repliegue gradual de las tropas internacionales ya ha comenzado, es si las fuerzas afganas, tanto militares como policiales, serán capaces de mantener en solitario la seguridad en el país y defender a la población civil después del 31 de diciembre de 2014, fecha en la que las últimos militares de la coalición abandonarán Afganistán.

Algunos de los habitantes de la provincia de Badghis parecen escépticos al respecto. En aldeas como Komuri, Zargar o Nurhil los aldeanos explican que las tropas afganas no poseen ni aviones ni helicópteros, uno de los grandes elementos disuasorios contra la insurgencia. “En cuanto escuchan o ven un helicóptero, lo talibanes huyen a esconderse”, explica Ortega.

Los principales deberes pendientes del ANA son el apoyo aéreo –tienen dificultades para reclutar a pilotos y escasos aviones y helicópteros-, el soporte sanitario en combate y la desactivación de explosivos.

Los militares españoles que se encargan de instruir al Ejército Afgano (ANA) dan estos días los últimos retoques a la preparación de los oficiales, con patrullas conjuntas sobre el terreno.

“ESTAREMOS PREPARADOS”

Este afán por pulir hasta el detalle la organización de las tropas afganas se enmarca en el proceso que se vive en la actualidad en Afganistán: el contingente español ha comenzado ya a traspasar el liderazgo sobre la seguridad de la provincia de Badghis a las fuerzas afganas. Este cambio supone que a partir de ahora, en vez de realizar patrullas codo con codo con los afganos y de poner el acento en la instrucción, los militares españoles se limitarán al asesoramiento y al apoyo puntual.

“Cuando se vayan los españoles estaremos preparados”, aseguró en una de estas patrullas a pie era el teniente coronel Said Mirza Sha Amiry, jefe de operaciones del batallón del Ejército Afgano que actúa en la zona de Moqur, al noreste de la provincia de Badghis.