Bono reclama una reforma electoral para garantizar la autonomía de los parlamentarios y devolver su prestigio a la política

MADRID
SERVIMEDIA

El exministro y ex presidente del Congreso de los Diputados José Bono reclamó este martes abiertamente una reforma electoral para garantizar la autonomía de los parlamentarios y su cercanía a quienes les votan y no tanto a su partido, y devolver con ello el prestigio que merece la actividad política.

Bono presentó públicamente “Les voy a contar”, el primer tomo de sus diarios, que abarcan desde 1992 a 1997, y aprovechó para reivindicar la política y responder a quienes protestan y pretenden ocupar el Congreso de los Diputados por entender que sus miembros no les representan.

Juzgó “un puro disparate” comparar esas protestas con el intento de golpe de Estado de 1981, consideró “legítima” y “comprensible” la protesta de quienes están padeciendo la crisis económica y están angustiados, pero cree que “está mal encauzada si se dirige al Congreso de los Diputados cuando está reunido”, y alerta de que “puede tener relevancia de carácter penal”.

No dejar entrar o salir a los diputados que tienen que participar en una sesión o “interferir” en su libertad de actuación “es un hecho muy grave”, advirtió Bono, que relató una anécdota de su época de presidente del Congreso cuando los impulsores del movimiento 15-M estaban en Sol y eludió el consejo de los escoltas para pasar por allí.

Tras hablar con un grupo de ellos les dijo que era él quien no quería representarles si realmente estaban convencidos de que el Congreso no representa a los españoles. Si eso es así, se preguntó, “¿Buscamos a algún golpista para que nos represente?, ¿Algún entendido en finanzas para que nos quite la soberanía?”. Asumir que el Parlamento no representa a los ciudadanos, sentenció, sería “la metástasis generalizada” del sistema.

Sin embargo, cree también que el Parlamento tiene que “esmerarse” para que su representación sea no solo política sino también social, y para ello cree esencial “derogar” la actual legislación electoral para que los diputados y senadores sean autónomos de sus partidos.

Bono cree que la política tiene que recuperar su prestigio y eso exige “la verdad. No cuentos, ni peras en almíbar ni dulces que condimenten la realidad, sino la realidad”, y eso es lo que pretende relatar en su libro, que no son memorias transcritas después de años sino notas tomadas diariamente, por lo que los relatos son “textuales”.

Aseguró que defiende y defenderá “mientras viva” los colores del PSOE, pero subrayó que sus “jefes” nunca se molestaron con su autonomía. Como ejemplo, recordó que llevó a los tribunales los planes hidrológicos de Felipe González y mantiene “buena relación” con él, cree que como él “no salen tres en un siglo” y de hecho no le alaga más en el libro “para no incrementarle más su autoestima”.

También estuvo “en contra” de algunas decisiones de José Luis Rodríguez Zapatero, “así se lo dije, me fui, aunque eso será en el segundo tomo”, y después le propuso para la Presidencia del Congreso. Después de haber ejercido esa autonomía, Bono sentenció que con la ley actual es “muy difícil” porque ser autónomo equivale a no entrar en las listas, y el camino más fácil para lograr un puesto representativo es “hacerse amigo de quien hace las candidaturas, mas que de quien las vota”.

El libro está dedicado a sus cuatro hijos y a Castilla-La Mancha, y su agradecimiento y respeto expreso fue para Adolfo Suárez el día de su ochenta cumpleaños y para el también expresidente Leopoldo Calvo Sotelo, que le animó a publicar sus notas poniendo como ejemplo “En busca del tiempo servido”, de Manuel Fraga, libro de memorias al que consideró una mera “transcripción de la agenda” por parte de su secretaria.

Comenzó a tomar esas notas el 8 de abril de 1992 después de una larga conversación con Alfonso Guerra que fue origen de su distanciamiento, y terminó de escribir el 12 de diciembre de 2011, al dejar la Presidencia del Congreso de los Diputados, dos días antes de su cumpleaños, cuando decidió autoregalarse dos cosas, dejar de escribir y publicar el diario, con este primer tomo que acabar hasta 1997.

No hay “censura ni concesión a la hipocresía”, aseguró, y el criterio para pasar de los miles de folios acumulados a las páginas que puede tener un libro fue periodístico, eliminar los días que no tenían titular que invitara a leer. Tampoco hay “afán morboso” aunque pueda haber quien lo encuentre, ni está escrito “para ajustarle las cuentas a nadie”.

Hubo quien le dijo que guardar para sí esas notas tan exhaustivas tomadas diariamente a lo largo de años sería un desprecio, y teniendo en cuenta que la editorial le paga 800.000 euros, reconoció, sería también “una estupidez”.

El comienzo es su distanciamiento de Guerra y la editorial quería un final igualmente “sonado”, por lo que termina en 1997 pero incluye un apéndice de 1999 cuando Benegas le dice por carta a Felipe González que no pueden ganar elecciones “si nos empeñamos en hacer política con los suplentes cuando los titulares no están lesionados”.

El final del libro es un episodio que el propio Bono narró en la rueda de prensa, cuando al volver del entierro de Ramón Rubial entró Alfredo Pérez Rubalcaba en el avió en el que ya estaban él y otros dirigentes del partido, entre ellos Felipe González y Joaquín Almunia, y les dijo: “Ganas me dan de bajarme, porque si os estrellais os sustituyo a todos”. “No hizo falta que se estrellara el avión”, concluyó.

No quiso avanzar lo que puede ocurrir en las primarias de su partido porque no se considera profeta y porque “ni me lo pagan ni me lo agradecen”, y al ser preguntado por su valoración general sobre la gestión de la actual dirección, respondió que bastantes titulares hay ya con el libro.

Bono concluyó con una “referencia respetuosa” al Rey, por el que aseguró que siente “afecto y lealtad”, y rechazó por ello sumarse "a esa pléyade de halagadores melifluos en su presencia y detractores inmisericordes en su ausencia”.

Subrayó que todos los reyes de España de los últimos dos siglos han conocido el exilio, de todos se conoce todo, y nadie duda de que son humanos. “Yo los prefiero frágiles a soberbios, arrepentidos a arrogantes, cercanos a estirados, y sobre todo, humanos a divinos”. “Así se le quiere y al menos yo así le respeto, en público y en privado”.

(SERVIMEDIA)
25 Sep 2012
CLC