En los pasillos del Congreso de los Diputados, Guerra reconoció que la lucidez de Carrillo hacía olvidar su avanzada edad "y parecía que nunca iba a llegar este día".

Tenía "una cabeza estupenda" y una gran capacidad de análisis, subrayó Guerra, que recordó su trayectoria pública casi "desde niño" cuando estalló la guerra civil y después en un largo exilio.

Durante la dictadura, añadió, se difundió una imagen de él como si fuera "un personaje diabólico, con cuerno, rabo y colmillos".

Por ello, mucha gente se sorprendió cuando llegó a las Cortes Constituyentes y tuvo una aportación "extraordinaria" de responsabilidad y de sentido común para que la Constitución fuera "para todos".

Hablaba con lentitud, recordó, con educación y cierta socarronería, y todo ello sorprendió a quienes tenían una imagen "equivocada" de él.

Quienes le trataron comprobaron que era "muy inteligente, astuto, un negociador complicado", e "intelectualmente poderoso" como creador del "eurocomunismo" que intentaba zafarse del predicamento de la Unión Soviética.

Guerra recórdó sus discusiones con él sobre la figura de Julián Besteiro y subrayó que en su última etapa como analista en la radio conectó con generaciones jóvenes que no tenían la influencia de lo que se decía de él en otras épocas.