Así lo afirmó en un encuentro informativo organizado por el Gobierno de Aragón y Renfe, en el que también señaló que "toda ayuda pública supone una distorsión de la competencia". En este sentido, apuntó que en algunos países comunitarios las ayudas a la banca han permitido que algunas entidades hayan gozado de condiciones de preferencia, frente a otras que "habían hecho bien sus deberes".

Por ello, esas entidades han de "cumplir una penitencia para redimir sus pecados", como puede ser "reducir su tamaño".

No obstante, el presidente del regulador admitió que "estos no son tampoco principios absolutos" y que "hay que buscar la forma para que" las ayudas a la banca "sean menos dañinas".

De hecho, a juicio de Berenguer, los límites marcados desde Bruselas han permitido que, en los Estados miembro de la Unión Europa, las ayudas a la banca, motivadas por la virulencia de la crisis económica y financiera, hayan logrado "restablecer el equilibrio".

Por otro lado, Berenguer dejó claro que "es profundamente negativo relajar la aplicación de las normas de competencia en un periodo de crisis", ya que este es "un medio ineficaz y contraproducente para estimular la economía y estimular la regulación". Abogó, por ello, por "no ser más permisivo en tiempos de crisis que en tiempos de bonanza".

Finalmente, el presidente de la autoridad nacional de Competencia, consideró que la voluntad liberalizadora del Ministerio de Economía es "cercana al 100%". No así con otros ministerios, que alcanzan "otros porcentajes". Dicha voluntad se reduce más aún, a su juicio, en el caso de las Cortes, para disminuir aún más en los ayuntamientos.