La hambruna que afecta a gran parte de los países que forman el Sahel está forzando a los niños a abandonar la escuela para encontrar un trabajo que permita apoyar a sus familias, cuyos ingresos han disminuido de forma considerable debido a las malas cosechas.

Esta separación familiar “está volviendo más vulnerables a los niños frente a la violencia, abusos y explotación, dado que los niños y sus familias migran en busca de comida e ingresos”, explica Janis Ridsdel, especialista de protección de menores de Plan.

Al desplazamiento forzado se le añade el conflicto que sufre el norte de Mali debido a la rebelión tuareg y a la existencia de grupos vinculados con Al Qaeda, agravando la seguridad de la población, y en concreto la de los niños, hasta el punto de que muchos de ellos están siendo reclutados por grupos rebeldes, según el informe.

Se calcula que hay más de 150.000 personas desplazadas dentro del país y casi 180.000 refugiadas en las fronteras de Mauritania, Burkina Faso y Níger.

Para mitigar los efectos que esta situación puede acarrear en la población, Plan Internacional distribuye ayuda de emergencia en los campos de refugiados situados en dichas fronteras.

Sin embargo, la directora general de Plan, Concha López, manifiesta que no solo es importante la comida y el agua, sino también, y especialmente, la protección infantil. “Necesitamos programas específicos para identificar, proteger y reunir niños separados o abandonados, dado que suelen estar dispersos en áreas geográficas masivas”, explica.

Asimismo, Plan apuesta, desde hace décadas, por proyectos de desarrollo para aumentar el nivel de seguridad económica de las familias, entre los cuales destaca la instalación de sistemas de riego y la organización de programas de alimentación en las escuelas, de forma que se garantice a los niños una comida al día y se pueda evitar en la medida de lo posible un desplazamiento en busca de alimentos.