Según explicaron las autoras del libro, alrededor de una cuarta parte de la población mundial vive de la agricultura familiar campesina, ubicándose en las zonas rurales más marginales, con mayor vulnerabilidad frente al cambio climático.

Una de las consecuencias más importantes de éste será la desnutrición ligada a los fenómenos climáticos extremos. Además, los pronósticos apuntan a que la falta de disponibilidad de agua en algunas regiones de la Tierra reducirá dramáticamente las cosechas, lo que se traducirá, además, en el aumento del precio de los alimentos, que podrá oscilar entre el 7 y el 350%, limitando las posibilidades de muchos millones de personas de acceder a una alimentación suficiente y adecuada.

Por si esto no fuera suficiente, los países en desarrollo serán los que soporten entre el 75 y el 80% del coste de los daños provocados por la variación del clima. Según las responsables de la obra, la opción es apoyar sistemas agroecológicos que concilien las necesidades productivas con los requerimientos medioambientales, haciendo un buen uso de los recursos naturales.

Para ello, sostienen que es imprescindible realizar un cuestionamiento serio del modelo de desarrollo que venimos impulsando, que se asienta en crecientes niveles de consumo en general y de consumo energético en particular, pues son insostenibles, injustos y éticamente discutibles.

La campaña 'Derecho a la alimentación. Urgente' nació en 2003 y está impulsada por Acción contra el Hambre, Ayuda en Acción, Cáritas Española, Ongawa y Prosalus. Considera que el derecho a la alimentación es un derecho humano fundamental, base de la dignidad del ser humano y que los Estados deben respetarlo, protegerlo y garantizarlo tanto para sus ciudadanos como para terceros.