Villaseñor explicó a Servimedia que este tipo de seísmos vienen causados por la compresión entre los Apeninos y el valle del Po, algo habitual en esta zona, pero lo atípico en este caso es que han ocurrido 30 kilómetros más al norte, y eso sí es poco común. "Con anterioridad no se habían producido terremotos en esa zona de Italia", indicó.

Estos últimos seísmos, precisó el investigador del CSIC, vienen precedidos de otros que tuvieron lugar no muy lejos de la zona, cerca de Parma, el pasado 25 de enero. Además, el terremoto registrado el 20 de mayo, de 6,1 grados de magnitud, ha producido muchas réplicas, lo cual sí era previsible.

"Lo que ocurre es que para un terremoto de esta magnitud la réplica más grande que se suele esperar, por lo que se ha observado en el pasado, sería de magnitud 5 o 5,1, pero el de ayer fue de 5,8, lo cual es ya bastante superior a lo que se espera para una réplica", detalló Villaseñor.

Según el investigador, una razón por la que puede haber ocurrido esto es que no se haya liberado todo el esfuerzo acumulado con el primer seísmo y se haya liberado el resto posteriormente.

Añadió que los daños han sido más grandes debido a los "efectos de sitio". "En estos entornos donde hay sedimentos las ondas tienden a amplificarse: entran en resonancia los sedimentos y generan movimientos del terreno más grandes que si estuvieran en una zona de roca más dura", explicó.

Villaseñor indicó que lo normal es que estos terremotos fueran los más intensos y las réplicas fueran disminuyendo, pero "de ninguna manera" se puede afirmar que no vaya a registarse otro y de mayor magnitud que el de ayer.

Sí aseguró que en España es imposible que se produzca algún seísmo en conexión con éstos, pero tampoco se puede descartar que haya terremotos de esta naturaleza. "No sabemos ni dónde ni cuándo, pero desde luego no en conexión con estos", subrayó.