Esta situación es el resultado de la carencia de relaciones personales y vínculos significativos con los que compartir vivencias. Ante la falta de estas relaciones, la salud física y emocional se resiente.

“La exclusión y el aislamiento pueden derivar en casos de salud mental graves, y físicamente está directamente relacionado con el aumento de la tasa de mortalidad o el aumento de enfermedades cónicas como la diabetes o las coronarias”, señaló Joaquín Pérez, del área de Inclusión Social de Cruz Roja.

La crisis sanitaria derivada de la covid-19, el confinamiento y la posterior recuperación de normalidad ha incrementado los casos de ‘soledad no deseada’, además las personas que ya la padecían, han visto agravada su situación. Según la atención del Plan Cruz Roja Responde, el 22,1% de los usuarios manifestaron haber padecido soledad de forma continuada en los últimos dos años.

Los colectivos vulnerables y con más factor de riesgo, como las personas migrantes o refugiadas, las que sufren enfermedades crónicas, las monomarentales o las desempleadas, entre otras, son quienes esta situación más ha afectado.

Por ello, Cruz Roja considera “fundamental” la detección temprana, porque estos casos tienden a cronificarse y cuando hay soledad severa, sostenida en el tiempo, cada vez es mas difícil eliminar el estigma o la vergüenza que les provoca aislarse aún más.

Esta semana se presentó en Barcelona ‘Transformando el futuro’, el programa pionero que diseñará e implementará soluciones a la soledad no deseada y el aislamiento social mediante la tecnología, y en el que trabajan conjuntamente Cruz Roja, la Fundación La Caixa, Aigües de Barcelona, Capgemini España, Fundación Cellnex, Fundación Pimec, Fundación Tecnologías Sociales TECSOS y Vodafone.