El portavoz del Sindicato Unificado de Policía, José María Benito, afirmó a Servimedia que el balance tras las concentraciones de indignados de este fin de semana es "positivo", porque la actuación de los agentes ha sido "correcta" en todo momento y los episodios violentos resultaron "muy muy aislados".

Benito atribuyó gran parte del mérito a la Delegación del Gobierno, donde cree que se ha producido un "cambio de actitud" desde la llegada al cargo de Cristina Cifuentes. "Hace un año no hubo planificacion, nos pilló por sorpresa y se dejó hacer a los manifestantes lo que quisieron", lamentó.

En cambio, indicó que ahora se ha advertido previamente a los promotores del 15-M de que no se les permitiría acampañar en la Puerta del Sol y las Fuerzas de Seguridad actuaron de madrugada para evitar que los más radicales pasaran la noche entera al raso.

El portavoz de la Confederación Española de Policía, Lorenzo Nebreda, coincidió en que en esta ocasión apenas se han registrado "incidentes mínimos" por la claridad de las "directrices" de la Delegación del Gobierno.

"El dispositivo ha sido importante y largo en horas de trabajo, pero ha sido reconfortante, porque al final ha dado sus frutos", dijo a Servimedia. "La diferencia con el año pasado es que ahora ha habido planificación y las órdenes directas han sido claras".

Nebreda explicó que "el año pasado prácticamente no había órdenes, simplemente había tolerancia y tolerancia", y recalcó que "la tolerancia no garantiza el éxito, sólo garantiza desgaste de los agentes y provocaciones" de los radicales.

Los dos sindicatos de Policía coincidieron en que esta vez sólo hubo "cierta complacencia" con los manifestantes cuando la Plaza de Sol estaba abarrotada por miles de personas.

Creen que así se evitó "un daño mayor" como el que habría supuesto la intervención en esos momentos y, sobre todo, se impidió que los enfrentamientos con radicales dieran "publicidad" a la protesta.

Tanto SUP como CEP aplauden que la Delegación del Gobierno diera la orden de intervenir y desalojar a los indignados cuando en la Puerta del Sol quedaba "un reducto de gente incontrolada y radical" que se negaba a marcharse.

En su opinión, la intervención era "inevitable" pero se tuvo paciencia para escoger "el momento adecuado" y poner fin a la concentración "sin causar alarma y sin dar motivos a ellos para vender la actuación policial como un signo de brutalidad o intolerancia".