La designación de Trillo, que se daba por segura desde hace semanas aunque en principio su nombre sonó como posible embajador en Nueva York, ha suscitado cierta polémica debido a este compromiso personal del ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo, de renunciar al nombramiento de embajadores políticos salvo en “circunstancias excepcionales” y con “personas excepcionales”.

Esta terminología provocó un divertido rifirrafe dialéctico entre el ministro y la vicesecretaria general del PSOE y portavoz socialista en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados, Elena Valenciano, durante la comparecencia de García-Margallo ante la misma. Valenciano se preguntó con sorna qué tenía de especial Trillo para ser la excepción a la regla, a lo que el ministro contestó, con no menos ironía, que todos estarían de acuerdo en que el nuevo embajador en Londres es un personaje “excepcional”, cada cual otorgando sus propias connotaciones a este adjetivo.

Además de a Trillo para la Embajada en el Reino Unido, el Consejo de Ministros aprobó los nombramientos de Ignacio Jesús Matellanes para la de Bélgica, de Francisco Javier Jiménez-Ugarte para la de Suecia, de Alfonso Lucini para la de Grecia, de Víctor Luis Fagilde para la de Ecuador, de María Jesús Figa para la de Finlandia, de José Luis Tapia para la de Bulgaria, de Félix Valdés y Valentín-Gamazo para la de Eslovaquia y, dentro del plan de reasignación de recursos postulado por García-Margallo, encomendar la tercera embajada africana, en este caso la de Sierra Leona, a Fernando Morán Calvo-Sotelo.