En una entrevista concedida a Servimedia, Cifuentes dice, de una de las acciones que suele protagonizar el 15-M, evitar desahucios en viviendas por embargo, que “cualquier persona que tenga algún tipo de sentimiento siente dolor al ver a una familia que se la desahucia de un piso”.

Sin embargo, aclara que “las cosas hay que analizarlas, pues ni todas las circunstancias son iguales ni tampoco creo que este movimiento en lo que exclusivamente se ha convertido sea en un movimiento que se dedica a salvar familias en determinadas circunstancias. No lo creo”. La delegada del Gobierno en Madrid recuerda que los desahucios se producen siempre bajo mandato judicial, donde el papel de la policía se limita a hacer cumplir lo que determina el juez.

“Nosotros no podemos valorar si esos mandatos son justos o injustos”, matiza Cifuentes, quien, no obstante, apunta que “en muchos casos, los mandatos judiciales lo que hacen también es garantizar el derecho a la propiedad privada”.

Este asunto da pie a Cifuentes para advertir que dentro del 15-M “hay personas que no son nada pacíficas y que se dedican a provocar altercados en las manifestaciones”. “No quiero criminalizar un movimiento entero, porque entiendo que la mayoría son de buena fe y buscando mejoras sociales, pero también creo que de lo que fue al principio, un movimiento sin o con poca connotación política, que perseguía una regeneración de la vida política, ahora, después de casi en un año, ha derivado en otra cosa, en un movimiento que tiene más que ver con antisistema, que han ido radicalizando sus planteamientos”, explica.

Sobre las polémicas actuaciones policiales en Valencia en manifestaciones convocadas por estudiantes, Cifuentes revela que habló en su momento con su homóloga, Paula Sánchez de León, “para darle ánimos, porque creo que ha sufrido un ataque personal desmedido y desproporcionado”.

De Valencia “no me ha gustado ver la gente en la calle protagonizando incidentes y agrediendo a la policía de una manera bastante directa, y me viene a la cabeza un señor que no era estudiante, sino bastante talludito, mordiendo a un policía y arrancándole un trozo de pantalón”.

“A mí no me gustan las cargas policiales, pero entiendo que en determinadas situaciones, cuando se producen alteraciones del orden del público, la policía tiene que actuar, porque lo hace para preservar el orden público y para garantizar el Estado de derecho; y aunque no me gusten (las cargas policiales), tampoco me gusta ver a los ciudadanos atacando a la Policía”, indica.

En lo que le concierne, anuncia que en Madrid h pedido que las actuaciones policiales sean “proporcionales a las actuaciones a las que se enfrentan”, y, sobre todo, que una actuación policial sirva “para solucionar un problema y no para generar otro mayor”. En todo caso, defiende que a la Policía “hay que apoyarla” siempre, excepto cuando cometa un acto ilegal.

Reconoce que puede resultar provocador decir, como ha dicho, que no permitirá una acampada como la que protagonizaron centenares de personas en la madrileña Puerta del Sol el año pasado: “Me doy cuenta de que cualquier cosa que digo, en un sentido u otro, se interpreta siempre de la peor manera, y si hablo, ya por el mero hecho de hablar, se considera una provocación. No pretendo provocar a nadie. Creo profundamente en el derecho de manifestación y de reunión, y en que mi obligación es proteger esos derechos, no impedirlos”.

En este sentido, recuerda que, según la ley, “la calle no puede ser tomada por unos ciudadanos que deciden poner allí las tiendas de campaña y estar viviendo en una plaza de Madrid. Esto es absolutamente intolerable, y no creo que eso se deba permitir, y si eso se entiende como una provocación, lo lamento pero me han elegido para hacer cumplir la ley”, concluye.