Solo “en defensa de los derechos reconocidos en el Título primero de la Constitución”, dijo ante la presidenta del Congreso, el presidente del Senado y hasta siete ministro del Gobierno presentes en el Salón de Pasos Perdidos de la Cámara Baja. Arroparon a Gabilondo, entre otros, los titulares de Exteriores, Justicia, Defensa, Presidencia, Industria, Interior y Derechos Sociales; además de varios secretarios de Estado y la delegada del Gobierno en la Comunidad de Madrid.

La estancia en la que prometió su cargo con la mano en la Constitución sirvió a Gabilondo como hilo de su discurso porque el lugar, “gracias a la conversación y al diálogo, no es un salón de pasos extraviados. Ser Defensor del Pueblo no es tarea para una labor diletante de alguien aislado, encerrado en sus opiniones y preferencias. Se trata de atender, casi de conversar”, agregó.

Además, el exportavoz socialista en la Asamblea de Madrid subrayó que la institución que ha estado más de cuatro años con el mandato caducado por falta de acuerdo entre los principales partidos, tiene “un papel importante en el fortalecimiento de la democracia, el Estado de Derecho, la buena administración y la protección y promoción de los derechos humanos y las libertades fundamentales, según señala la Comisión Europea en los principios de Venecia”.

“Esto da al Defensor del Pueblo una dimensión internacional que hemos de cuidar, dado que esa defensa de los derechos, tantas veces agredidos, es una tarea hoy extraordinariamente decisiva”, alertó.

“La institución del Defensor del Pueblo ha de escuchar, hemos de escuchar, y actuar en consecuencia, según nuestras competencias”, dijo, “en colaboración con la Administración, con el Gobierno, con las comunidades autónomas y con los municipios”.

“Trabajaremos ante ellos para hacer valer esos derechos, conscientes de que un sistema transparente que rinde cuentas al pueblo ha de asumir la crítica que, en su caso, ha de realizarse. Y confío en que, desde la colaboración, así se entienda también nuestra labor”, remachó.

Por su parte, la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, que inició la intervención recordando la tardanza de cuatro años en “conseguir el acuerdo de las Cortes para designar un nuevo Defensor del Pueblo”, destacó que Gabilondo “ha sido, en cualquiera de sus responsabilidades, un político del diálogo y del acuerdo, del razonamiento y los proyectos comunes, del alejamiento de las dinámicas de enfrentamiento y polarización que son el riesgo más actual y más peligroso para nuestra democracia”.

Gabilondo, añadió, “es la mejor muestra de lo que necesita nuestra política y nuestras instituciones democráticas: la aportación y la implicación, el compromiso personal de entrega y servicio realizado desde lo profesional y lo académico para prestigiar, valorar y dignificar el trabajo político y cada una de las responsabilidades que ha asumido”.

En este sentido, indicó que el Defensor es “una autoridad que se refuerza y se desarrolla con cada una de sus actuaciones posteriores, con sus respuestas a las quejas recibidas, con su acierto en la elección de sus intervenciones de oficio y, sobre todo, con su capacidad de trasladar al espacio público una valoración imparcial de la realidad de nuestras Administraciones”.

“Imparcial, pero, desde luego, plenamente comprometida con los valores y los derechos constitucionales que son los que constituyen su más profundo programa de actuación”, apostilló Batet.

La presidenta trasladó, en nombre de las Cortes Generales, la bienvenida a Gabilondo a su puesto y “la confianza y la esperanza que su nombramiento significa para la sociedad española y para las instituciones y administraciones de nuestro país, de España”.