Así lo pone de manifiesto el último informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Onudd), titulado "Toxicomanías, delincuencia e insurgencia: la amenaza transnacional del opio afgano".

El informe destaca que Afganistán tiene el monopolio mundial del cultivo de opio (92%), la materia prima de la droga más mortífera del mundo: la heroína.

El estudio afirma que el narcotráfico del opio genera unos 65.000 millones de dólares (unos 43.000 millones de euros), 15 millones de adictos y 100.000 muertes anuales, la rápida propagación del sida y la financiación de grupos criminales, insurgentes y terroristas.

La Onudd afirma que los talibanes han visto incrementados de forma "significativa" sus ingresos por gravar la producción y el comercio de opio: entre 90 y 160 millones de dólares anuales desde 2005, mientras que cuando estaban en el poder hace una década generaban entre 75 y 100 millones de euros (50 y casi 67 millones de euros) cada año.

Además, los opiáceos dan a los talibanes y otros grupos inspirados en Al-Qaeda una cuota de mercado de unos 1.000 millones de dólares anuales (unos 670 millones de euros) en Pakistán.

El director ejecutivo de la Onudd, Antonio María Costa, indicó que "la participación directa de los talibanes en el comercio del opio les permite financiar una marquinaria de guerra cada vez más compleja y generalizada".

"Los cárteles de la droga en Afganistán están difuminando la diferencia entre la codicia y la ideología. Algunos especuladores en el comercio de heroína visten trajes y collares blancos, mientras que otros llevan turbantes negros", apostilló.

Costa denunció que "muchos de estos barones de la droga, con contactos con la insurgencia, son conocidos por los servicios de inteligencia afganos y extranjeros. ¿Por qué sus nombres no se han presentado al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, tal como exigen las resoluciones 1735 y 1822?".