Así lo hizo la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore, en una declaración institucional en la que se refirió al “nacionalismo de la jeringuilla” como uno de los retos al que la inmunización contra la Covid-19 se va a exponer.

Así, aseguró que “si no se toman medidas ahora, el mundo podría enfrentarse a una grave escasez de jeringuillas para las vacunas contra la Covid-19 a finales de 2022” y dijo que esto tendría “consecuencias potencialmente nefastas para el esfuerzo mundial por controlar la pandemia”.

En este sentido, explicó que el mes pasado los partidarios del esfuerzo global por dar acceso a las vacunas contra esta enfermedad se alinearon en torno a un nuevo objetivo durante una cumbre sobre vacunación celebrada al margen de la Asamblea General de la ONU. Se marcaron el objetivo de vacunar al menos al 70% de la población mundial contra la Covid-19 para 2022.

“Este ambicioso objetivo pretende cumplir la promesa de un acceso más equitativo a las vacunas contra el coronavirus”, explicó Henrietta Fore. Pese a ello, resaltó que “a medida que aumentamos colectivamente el acceso a las vacunas contra la Covid-19, debemos aumentar también el acceso a las jeringuillas necesarias para administrarlas”.

En esta línea, aseguró que Unicef ha liderado trabajos con este objetivo, y que por ello han triplicado la cantidad de jeringuillas necesarias para satisfacer la demanda, lo que, según la ONG, ha asegurado casi 3.000 millones de jeringuillas de desactivación automática desde 2020, y ha posibilitado la creación de una reserva financiada por la Alianza para las Vacunas Gavi -de 500 millones de jeringuillas- para prepararse para el despliegue de la vacuna contra la Covid-19.