Esta estrategia de Rubalcaba, una especie de vuelta a la política tradicional dirigiéndose personalmente a los vecinos de pequeñas ciudades y pueblos en los que no se suele ver en campaña a los candidatos de los principales partidos, comenzó este lunes en las localidades coruñesas de Betanzos, Oroso y Rianxo, después de un mitin tradicional en Coruña y antes de otro en Vigo.

En Betanzos, un centenar de vecinos se citó en el mesón “Los Arcos”, famoso por sus tortillas, y en el que el candidato se quejó de que le hubieran llevado después de comer, sin tiempo ya de probarlas.

En mitad de su alocución, de apenas quince minutos, cuando pedía a los vecinos “una mano” en la recta final de la campaña, y una señora le dijo que eso “y una caña”. “Yo me encargo de la caña, tú de convencer a unos cuantos vecinos de que me voten”, le respondió el candidato.

Con un tono distinto y mucho más breve que en los mítines, el candidato reiteró básicamente el mismo mensaje, que la crisis no es sólo de España y que su opción para superarla no es igual que la del PP, y que a pesar de los errores el PSOE sigue siendo el mismo de siempre.

Con esa tesis, apela a los valores y principios de los electores progresistas para que vuelvan a respaldar al PSOE y defiendan en su entorno la importancia de participar en las elecciones más relevantes y trascedentes desde 1979, comparables a las de 1982.

Quedan pocos días, pero hay tiempo de convencer a gente, dijo tanto en Betanzos como en Oroso, donde bromeó además al decir que los dirigentes del partido “llegamos donde llegamos” y el resto del “esfuercito, bueno, del esfuerzote”, deben hacerlo los propios votantes en su entorno.

Fue en ese contexto en el que habló de Pachi Vázquez, secretario general de los socialistas gallegos, de su homólogo provincial y municipal, y comentó que en el PSOE, “como sabéis, todos somos secretarios generales”, bromeó.